martes, 5 de noviembre de 2013

“Crush Fetish” y crueldad hacia los animales: una perspectiva Psiquiátrica.


El maltrato animal siempre ha sido un tema de controversia en la actualidad, pero no fue hasta hace poco cuando empezaron a considerarse que los animales también tenían “derechos”. Hasta entonces siempre han tenido que sufrir, en las más variadas formas, las excentricidades de una raza enferma a consecuencia de su gran capacidad cerebral, y que muchas veces, nos lleva a cometer actos reprochables tanto para ellos como para nosotros mismos.

Estas conductas comprenden comportamientos que causan un dolor innecesario o estrés al animal. El espectro es grande: desde abandonos y pequeñas negligencias en cuanto a la alimentación e higiene, hasta un maltrato directo e intencionado: la tortura y el asesinato malicioso. En la historia, el maltrato muchas veces ha sido justificado como actividad lúdica (como por ejemplo, la Tauromaquia en España), y en la guerra (usados tanto para pelear como armas suicida que portan explosivos).

Con fines científicos, los animales siempre han sido importantes para los estudios médicos, sin embargo aunque haya leyes que regulen la experimentación con animales, aún pueden cometerse ciertas injusticias y desregulaciones que son susceptibles de protesta. En este sentido, la constante guerra entre las protectoras de animales y los científicos ha sido eterna, es casi un tema tan controvertido y complejo que necesitaría una entrada diferente para poder dar información adecuada junto con mi opinión personal.

Hoy, nos centraremos en las nuevas fuentes que incentivan el maltrato animal, y sí: estoy hablando del maravilloso y a la vez horrible Internet, fuente inagotable de información que también resulta en un submundo donde la moral es abandonada por aquellos que intentan encontrar maneras de subsanar sus deseos más primitivos y menos aceptados por la sociedad de hoy.

Internet ha sido testigo de horrendos vídeos de maltrato animal, algunos que yo personalmente he visto, como el desollamiento de animales vivos en China o aquel que tuve la desgracia de encontrarme: el de unas jóvenes asiáticas aplastando un conejo con una placa de cristal. El maltrato puede verse en Blogs, en vídeos subidos a páginas parecidas a Youtube, incluso en redes sociales como Facebook. Afortunadamente, todo el material que sale a la luz es vejado y repudiado por la mayoría de los internautas, y estos mismos son los que en la mayoría de las ocasiones lo denuncian. En el campo de la psiquiatría, el maltrato animal se ha relacionado mucho con comportamientos psicóticos y el trastorno antisocial de la personalidad, tal y como indican algunos estudios1,2.

Parafilias

La parafilia es un concepto que proviene de la unión de la acepción griega “pará”: “a margen de”, y “filia”: que significa “amor”. Se entiende la parafilia como el patrón de comportamiento sexual en el que la fuente de placer no se encuentra en la cópula, sino en otras actividades que bien pueden realizarse solas o en acompañamiento del coito. Sin embargo, muchas veces no se considera parafilia a algunas conductas sexuales en tanto que no sea la única fuente de placer, esto sería como una especie de “salsa” que pudiera animar las relaciones sexuales. Además, si estas prácticas no causan daño físico, psicológico o económico a las personas que practican, tampoco se considerarían como tal.

Otro elemento importante es el consentimiento, de modo que tiene que haber un consenso en la pareja para realizar dichas prácticas, esto se hace imposible en muchas prácticas como la pedofilia, la zoofilia, la somnofilia y el froterismo; y por ello sean consideradas como parafilia patológica per se. En resumen, las prácticas son como los trastornos de personalidad, bien podrían ser pequeñas excentricidades o un enorme problema depende de cuál sea el impacto en la vida de la persona y sus más allegados.

¿Y si les digo que el ser humano ha desarrollado una parafilia respecto al maltrato animal?

Crush Fetish

Pues sí: el llamado “Crush Fetish” o “Fetiche del aplastamiento”: se trata de la excitación producida cuando alguien aplasta objetos, comida y en ciertas ocasiones: animales más grandes, incluso mamíferos. Los gustos y las preferencias en este tipo de fetichismo extraño son muy variados. Hay dos tipos de este fetichismo que se engloban en dos términos: el “soft crush” contiene vídeos más comunes en los que se aplasta objetos inanimados o pequeños insectos, mientras que el “hard crush” se realiza con animales vertebrados, muchos de ellos mamíferos domésticos como perros y gatos, usualmente cachorros (obviamente, dado que son más débiles e indefensos). Este último es el que ha creado más controversia, teniendo un impacto mayor en caso de se filtre alguno de estos vídeos para la mayoría de los internautas. El método suele ser muy simple, y los perpetradores suelen utilizar los pies o en algunas ocasiones el resto del cuerpo. Puede realizarse con tacones altos, con el pie descalzo, u otra manera a gusto del fetichista. Presupongo que la mayoría de los vídeos, sobre todo los de “hard crush”, están realizados por motivos económicos, ya que se ha estipulado que los que practican estas aberraciones reciben una buena paga por ello, cosa que confiesan al ser juzgados por las autoridades.

Las prácticas son descritas como aberrantes y de mal gusto (puedo dar fe a ello). Causan un gran impacto social en Internet, por lo que no pasa mucho tiempo hasta que finalmente los atrapa la justicia. Los actos deplorables y el sufrimiento de los animales en este tipo de prácticas lo justifica el apetito sexual del fetichista, desde un punto de vista psiquiátrico, si estas conductas se eliminan, la demanda y los casos de maltrato disminuirían notablemente.

Etiología

 Es muy difícil establecer una etiología concreta para la mayoría de enfermedades mentales, así como las parafílias perjudiciales. Si bien respecto a la pedofilia se han hecho multitud de trabajos, el fetichismo del aplastamiento es un gran desconocido para el campo de la psiquiatría y la psicología. Se ha estipulado que el fetichismo surge en la adolescencia, y se relaciona con experiencias impactantes en la vida con las que hayan conseguido algún gran cambio.

Otras teorías apuntan a la secreción de feniletilamina, hormona que tiene mucho que ver con los procesos de enamoramiento, sustituye a las secreciones de otras sustancias que en personas sin el fetiche, tras esas imágenes, provocarían sentimientos de aversión, tristeza o indiferencia.

Clínica y diagnóstico

No va más allá de la excitación sexual ante el sufrimiento del animal siendo aplastado. No existen criterios para diagnosticar esta parafilia ya que no está descrita en el DSM, al menos por ahora. Sin embargo, aunque muchas veces el fetiche en sí puede provocar malestar o suponer un problema, lo es más para aquellas mujeres que lo llevan a la práctica. Ignoro totalmente si estas están obligadas de alguna u otra manera, ya que sólo me he informado de vídeos donde parece no tener ningún remordimiento ni culpa en sus acciones, sin embargo, no es posible descartar totalmente la voluntariedad total sólo con tener acceso a un par de vídeos: de hecho, es quizá estos los que tengan una mayor repercusión social entre la sociedad internetera.

Tratamiento

La psiquiatría ofrece pocas posibilidades para la corrección de conductas y parafilias perjudiciales, si bien los fármacos antipsicóticos pueden ayudar en el tratamiento de otros síntomas psiquiátricos en caso de que los hubiere en el fetichista del aplastamiento. El acercamiento es psicológico, y la técnica de modificación de la conducta varía mucho entre una escuela u otra, sin embargo la que propone la conductivista es cuanto menos, muy interesante: se trata de la unión al estímulo provocado por el fetichismo a uno desagradable (condicionamiento aversivo).

Páginas Webs y Referencias



(1) Henry, B. (2004). The relationship between animal Cruelty, delinquency, and attitudes toward the treatment of animals. Society & Animals, 12(3), 185-207.

(2) Gleyzer, R., Felthous, A. & Holzer, C. (2002). Animal Cruelty and Psychiatric Disorders. J. Amercian Academic Psychiatry Law, 30 (2), 257-265.

martes, 29 de octubre de 2013

Sobre sectas: Los mormones

Es un lavado de estómago, pero con manos y de materia gris.
Corrían los años por allá del siglo XIX, años de guerras y revoluciones, donde España comenzaba a menguar sus territorios y América seguía siendo la tierra de las grandes oportunidades. En Estados Unidos se creaba la semilla de una nueva y molesta secta que muchos años después se convertiría en una de las principales que más definen esta vomitiva lacra: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, o más bien conocidos como “mormones”.

Su primer y único iluminado fue el fundador, un tal Joseph Smith, figura controvertida que decía haberse encontrado con el dios judío y su supuesto hijo. Sus esfuerzos por establecer una teocracia en un país que aún estaba formando su identidad propia con separación del Estado y la Iglesia es un misterio, puede que incluso pudiera atribuirse a alguna enfermedad mental o alguna alucinación loca junto con una personalidad perseverante y pretenciosa. El caso es que él y su rebaño de ovejas causo un gran revuelo por aquel entonces, fueron objetivo de la injusticia e intolerancia, y su historia se convirtió en el cuento de un mártir atontado. El gobierno dejó que procrearan como conejos en el estado de Utah mientras en el país sobrevenía una guerra civil (Guerra de Secesión).

No siempre los gordos y barbudos son bondadosos y dulces.
A este buen pastor, falso profeta según otras religiones (aunque para mí, todos son falsos), le siguió la figura de Brigham Young, un bribón que se aprovechó de la ideología poligámica de la secta para hartarse de follar en un harén compuesto por más de 50 mujeres. El pobre también era un poco racista y pensaba que los negros eran los descendientes de Caín, un pensamiento completamente deleznable, pero… ¡Prrff! Quien puede culparle cuando hablamos de un país que dejó la segregación racial entrando en el siglo XX, lo cual es absolutamente penoso. Todavía habrá algún viejete carca, eunuco reprimido y miembro de algún club de armas de fuego que se queje por la ley de derechos civiles, escupiendo su asquerosa saliva a la pantalla de un viejo televisor, atiborrado de hamburguesas y tirado en el sofá mientras su mujer trabaja día y noche.
Una secta con unos orígenes un poco difusos y poco agradables, que sin embargo, logró atraer la atención de bastantes feligreses para rellenar sus filas. Actualmente, tienen templos y sedes en muchos países, y su núcleo se encuentra en Salt Lake City, donde cuentan con una especie de catedral muy “chic”.

Los mormones pertenecen a quizá la secta más presuntuosa de todas, afirmando que su objetivo es alcanzar la ideología de los primeros cristianos (una especie de secta “hippie” utópica y perseguida por los romanos). Es curioso que el nene que al principio preguntaba a dios por cuál era la religión verdadera, acabara formando una nueva y que esta acabara separándose a su muerte. Pero bueno, así es la vida y así es la condenada religión: tan segregada como lo es la cultura y las opiniones.

Sus costumbres e ideología, son cuanto menos, muy excéntricas. No digamos ya la obsesión por bautizar muertos y forrar sus partes con calzones divinos el día de la investidura. Si bien hubo una época en que practicaron la poligamia como cerdos, llegó un momento en que cambiaron de opinión. Comparten con los testigos por la misma obsesión de proselitismo obsesivo, pero optan por llamar la atención y establecer un uniforme sobrio de oficinista: camiseta blanca, pantalón oscuro y corbata seria. Bien peinados y acicalados, de piel blanca y fina como la de un bebé a término. Por lo general, rubios y ricos, ellos mismos se pagan el coste de los viajes para evangelizar. Siempre en parejas, portan una mochila a la espalda y van de puerta en puerta vomitando sus ideas extrañas. Una chapa negra colgada de la camiseta blanca revela siempre su identidad.

Portan consigo su propio libro dogmático: una especie de libro que se titula “El libro del mormón”, razón suficiente que les ha dado a esta gente para ser llamados de esta manera. Una serie de textos que se supone que aclaran diversos aspectos de las escrituras originales, pero que no deja de ser otra interpretación de la biblia adecuada a ellos y al iluminado yonqui.

La secta está gobernada por un grupo de doce personas (Quórum de los doce), un grupo de viejos que intenta emular al antiguo grupo de apóstoles. Sus decisiones tienen la misma validez de esto, asegurándose así que nadie les contradiga.

Las mujeres mormonas no pueden aspirar al sacerdocio, y quedan relegadas a tareas sociales. Son vulgarmente entrenadas para ser perfectas esposas y presionadas para mantener el himen íntegro hasta después del casamiento. Las relaciones antes del matrimonio están prohibidas para estos impotentes, así como las caricias íntimas, la masturbación y la pornografía. Los carcas sectarios aconsejan a los jóvenes esperar hasta los 16 años para salir a citas, una edad a la que se supone que ya tienen la capacidad de tomar decisiones sabias (aunque siendo de una secta, esto me parece realmente improbable). Cuando salen en pareja, reciben consejo continuado para mantener la polla dentro del calzoncillo. Por supuesto, el adulterio también es un pecado grave, aunque afortunadamente optan por excomulgar, más que apedrear a la mujer que lo cometa.

A este hombretón no lo dejaron acabar la carrera por participar en un posado fotográfico.
Es el pecado hecho en cuerpo, con el paquete enfundado en una braga de metal.
Si hay una cosa que siempre me ha molestado de las religiones es la negación del placer sexual al ser humano. Estas prácticas absurdas acaban siendo perjudiciales, impidiendo la correcta maduración sexual y pudiendo aparecer posibles parafilias en una mente reprimida y cerrada (como la tendencia de los curas a la pedofilia). Si bien nunca llegué a entenderlo, debo afirmar que los dioses deben tener envidia de los mortales por no poder mojar el churro como para pactar leyes así. Gran culpa la tiene la biblia, por afirmar que el sexo sólo debe considerarse un mecanismo para la reproducción. ¿O acaso es uno de esos famosos errores que siempre surgen cuando tomamos un libro como guía moral?

Utah seguirá siendo controlada por el sectarismo y el conservacionismo más progre, una secta que se alimenta sobre todo de sus ovejas más jóvenes para mantenerse y expandirse. Mucho le queda para librarse de ellos, pues Smith marcó el territorio con fuego incandescente.

lunes, 30 de septiembre de 2013

"Hacer un Homestuck"


Y otra vez ando escribiendo por aquí desde hace ya meses —abril, si concretamos—. Y de nuevo, me encuentro con que las entradas con más comentarios son aquellas en las que suelto bilis por cosas que no me suelen gustar.

Que conste que yo nunca desee que el blog fuera algo así como una piscina de vómito amarillento donde se pudren todas aquellas cosas que, según mi humilde opinión, deberían desaparecer del universo: como el dubstep, el reaggetón, las fujoshis, el género bishonen…

Aún así, en esta preciosa bitácora donde ustedes podéis ver mis opiniones y exponerme las vuestras en los comentarios, sois invitados una vez más a leer otra de mis espantosas y exageradas críticas. Poniéndonos a ello, yo os pregunto… ¿No habéis pensado alguna tarde aburrida en cosas que se hayan puesto de moda en el mundo friki sin tener ni idea de por qué ha sido sido así?

Yo muchas veces: El “Harlem Shake”, “My Little pony”, “Hora de aventuras”, la cancioncita del “Gagnam Style”...

Sin embargo, si hay algo que siempre me ha sorprendido, es que se pusiera de moda algo como “Homestuck”.

Porque lo demás es más o menos comprensible. ¿Pero “Homestuck”? Aunque el título —que se traduce al Español como: “Atrapado en casa”— no tiene nada que ver con el argumento de la historia, lo cierto es que es demasiado complicado para explicarlo en una sola entrada; de hecho, carece de muy poco sentido.
Un “webcomic” son eso que indica el nombre. Son cómics que el autor publica por internet en, la mayoría de las veces en una página web propia, publicando los números con asiduidad para el disfrute de todos aquellos lectores a los que alcance a gustar. Personalmente, nunca he sido un acérrimo lector de este tipo de historietas virtuales, mientras que tengo amigos que en sus navegadores, entre los favoritos, imperan este tipo de páginas. Ha habido algunos que me han llegado a gustar, como por ejemplo “Spinerette”. No obstante, nunca he tenido el tiempo ni la constancia como para seguir las publicaciones de alguno a rajatabla.
Sin embargo, y puede que sea la principal herramienta de Homestuck para triunfar, no se trata solo de imágenes, sino que también incluye algunas animaciones, y algunas incluso, permite la interacción del lector. Eso sí, sin ningún diálogo. Estos vienen abajo escritos con una letra horrible.Cosa que dificulta mucho la comprensión sobre el fondo grisáceo de la página. Otra cosa que también me ha llamado la atención es que tiene una imagen/animación por página. Por lo tanto, estamos ante una historia absurda y complicada escrita en casi un millón de páginas que vas pasando poco a poco.

La primera vez que me encontré con Homestuck, no fue recomendado por nadie en concreto, sino por simple curiosidad que me surgió entre una conversación de amigos. Pasando página tras página, la historia nos contaba de un chico que vivía en su casa, usando el ordenador, y hablando con unos amigos sobre un juego extraño que te permitía modificar la casa del otro como si de un juego de Sims se tratase —inclusive aparecía en la realidad el puntero del ordenador—.

El caso es que siempre dicen por ahí que no tienes derecho a decir que no te gusta el webcomic simplemente porque el acto primero es tedioso. Y son Gilipolleces. Pues se supone que una historia debe captar a alguien desde el primer momento, no confundirlo ni aburrirlo. No me interesa como un inadaptado corretea por su casa obrando sus manierismos autistas antes de que su padre —con la forma de un monigote sin ojos, mal dibujado, y con un sombrero encima— llegue a su casa con una tarta encima.

El autor es un fumado. No sé qué clase de droga tomó para ocurrírsele la idea de parir semejante rareza. Una sarta de memeces una detrás de otra. Un juego que puede acabar con el universo ni se sabe cómo. Alenígenas amorfos y verdes, una raza de maricones con piel gris y cuernos que parecen venir de un planeta extraño. Encima tiene la osadía de llamarlos “Trolls”. Como se nota que el autor es listo y sabe lo que está de moda ahora en el mundo del frikismo, aunque si algo es cierto; y es que ahora, a cualquier cosa se le llama “troll”. Incluso a una de las protagonistas le gusta el “furry”… ¡Perfecto! Ya tengo cubierto mi webcómic para que guste a los amantes de los animales bípedos y antropomórficos. Al menos, encuentra un poco de inspiración como para componer buenas canciones para la historia, algo que destaca bastante entre todo lo demás.

Y no digamos ya el grupo de impresentables que son los trolls. Puso a cada uno un símbolo del zodiaco que los representa, y los puso ahí, a joder a los protagonistas y a joderse entre ellos. Por supuesto, esto atrajo a miles y miles de fujoshis y mojabragas que se nutren de las confusas y caóticas relaciones entre los trolls para hacerse sus parejas y discutir sobre ellas. No veo lógico que lo primero a discutir sobre el argumento de una serie sean las relaciones amorosas de personajes que a lo mejor no tienen nada que ver en la historia. Es un pasatiempo que he considerado completamente estúpido.

Pero eso sí, muy listo el cabrón. Es como si cogieras una infección y la cubrieras con antibióticos de amplio espectro para tratarla. Asímismo, Hussie rellena de cliché su historia absurda y sin sentido, para que cualquier “friki” pueda identificarse con el frikismo entre tanta porquería. Un argumento que sólo es una jodida parafernalia que nadie es capaz de tomarse en serio.

Me recuerda un montón a “Scott Pilgrim”, que también intenta atraer a su público con el mismo método, un poco más orientado a los jugones.

El compendio de estupideces y de nombres raros hacen una ensalada curiosa y extraña, con términos raros a los que no estoy acostumbrado. Dudo incluso que sean ingleses, por lo que yo creo que salen de la mente enferma del autor. Por ejemplo, el nombre del inventario que ellos tienen debajo los protagonistas para guardar sus cosas, muy a un estilo surrealista videojugabilístico. Al final, solo acaba confundiendo mucho más.

Debo advertiros que apenas pasé de acto uno, donde el protagonista ve desde un telescopio como se acerca un meteorito gigante, directo a su casa. Sé que he comentado muy pocas cosas acerca de Homestuck, y son pocas las que recuerdo que mi cómplice me haya contado. Pero este webcomic lleva a sus espaldas una gran cantidad de memeces como una enorme corona de mierda sobre la cabeza de un cadáver podrido.

Sin duda lo peor de Homestuck son las fans femeninas. La mayoría de ellas son perfectamente equiparables a las llamadas “believers”. La diferencia, y lo que hace a estas muchísimo peor que las adoradoras del cantante más maricón de todos los tiempos, es que no puedes entender ni una palabra de lo que dicen.
Lloran, gritan, patalean, ponen imágenes en Tumblr; y en los foros, escriben en mayúscula, ponen caritas. Hablan una especie de “spanenglish” extraño combinando los extraños términos que designan a sus trolls más favoritos, y los emparejan como si se trataran de los personajes de una novela amorosa.

Simplemente, no es algo que esté hecho para mí.


¡Saludos y hasta la próxima entrada!

Enlaces de interés:

Una crítica mejor fundamentada de Homestuck, por un lector anónimo: http://badwebcomics.wikidot.com/forum/t-415132

jueves, 4 de abril de 2013

Mangas que leo: Oda a Kirihito




Osamu Tezuka. Ese gran desconocido nombre para una generación de otakus narutareros que pillan el primer shonen de trescientos que aparecen en las revistas más famosas, como la “shonen jump”, y lo toman como el manga que lo empezó todo. Pero como suele pasar en la política, muchas veces no siempre resulta ser más bueno aquello que elige la mayoría, y si la mayoría se pasa por la superficie axilar uno de mejores autores de manga que ha conocido el mundo, yo prefiero alejarme de ellos.

Tezuka no creía estar revolucionando al mundo cuando trabajaba con su pluma. Simplemente, hacía lo que más le había gustado de pequeño, dibujar. Y por ello, de su mano solo podían salir obras de arte. Su talento daría nacimiento en Japón una nueva forma de hacer animación, y al primer “anime” a color que se transmitiría por las televisiones japonesas y de todo el mundo — Estoy hablando de “Kimba, el león blanco”—.

Una de las que voy a comentar, tiene el nombre de “Oda a Kirihito”, y de todas ellas, esta quizá pertenezca a uno de sus mangas menos conocidos, que se acabó perdiendo en el olvido, eclipsado por obras como Black Jack (que comentaré en más adelante, cuándo me las vea), Astroboy, o Metrópolis.
 Mi bautizo con este autor viene de la mano de un drama médico, una historia adulta pero caricaturesca en la que el autor se mete con la medicina y el ser humano. Una crítica mordaz, consistente, a una profesión deshumanizada, y al racismo.

Argumento.


El protagonista de esta historia, Osanai Kirihito. Un médico de medicina interna que se enfrenta con su mentor en un esfuerzo por determinar cuál es la razón de una terrible enfermedad —llamada enfermedad de Monmow—, al parecer, endémica, que tiene lugar en un pueblo casi hermético, y que convierte a los pacientes en perros, o algo parecido a una bestia o a un animal. Empieza con terribles dolores de cabeza, y una consistente deformación del cuerpo con acortamiento de huesos, hirsutismo, e hipoplasia de mandíbula. Al final, el afectado acaba por tener unos irrefrenables deseos de comer carne cruda y sanguinolenta, para por último, morir de insuficiencia cardiaca.

Su mentor, el doctor Tatsugaura, está convencido que la enfermedad podría ser infecciosa, provocada por un virus. Sin embargo, Osanai no cree que en realidad esto fuera así, y se embarca en un viaje en busca de la verdad, sin saber que, desde hace mucho, muchos conspiran contra él.

En el pueblo, acaba conociendo a Tazu, una chica con la que es obligado a casarse, a pesar de lo que en su hogar le espera su prometida original. Los pueblerinos le encierran por alguna razón, y él acaba contrayendo la enfermedad. De alguna manera, esta se paraliza, dejándolo deformado de por vida, teniendo que ocultar su rostro perruno para no causar revuelo entre las personas, pero aún con alguien con quien confiar.

Días más tarde, mientras intentaba escapar del pueblo con Tazu, ella es violada y asesinada. Y Osanai, decide continuar un viaje sólo, en busca de venganza, donde conocerá a distintos personajes que reaccionarán de distinta forma al verle, donde será vejado y humillado por su enfermedad y a pesar de ello, continuando siendo médico para los que más lo necesitan.

Personajes.

Una variedad impresionante para una historia tan corta. Cada uno con su propia personalidad, tanto es así que es difícil encuadrarlos a todos en un estereotipo de “malo” o “bueno”. Hasta el ricachón chino, cruel y despiadado, un hombre que no duda en desparramar su dinero en espectáculos alocados, se humaniza, y podemos llegar a comprender porque actúa de tal manera. Personajes que aparentemente intentan ayudar al protagonista, luego no parecen tan amigables. Y el propio Osanai, víctima de una desestructuración psicológica, cae en la terrible impotencia, de no poder salvar a nadie. Esto sólo son algunos ejemplos de la magnificencia del autor a la hora de crear verdaderas personalidades con una pluma.

Dibujo.


“El dios del Manga” es un titulo que ha sido reservado para este hombre, y ningún otro lo podrá ostentar. El dibujo de Osamu era tan magnífico y renovador que creó escuela, pero que aún, hoy día, sorprende. En esta historia el estilo caricaturesco se mezcla a la perfección con una historia oscura y seria. Capaz de hacernos reír, o de sentirnos mal.

Los escenarios de un rico detallado atrapan al lector. Los perfectos dibujos de la anatomía humana en las operaciones son increíbles, deduciéndose por lo tanto que Osamu utilizó mucho para su talento del conocimiento que le dio la medicina. Las estructuras anatómicas, junto a las explicaciones perfectamente correctas. Osamu nunca necesitó de un asesoramiento externo para explicar, con sumo detalle, procedimientos y enfermedades.

Consta mencionar, por otro lado, las ricas metáforas relacionadas con el sexo y la religión católica —sobretodo representado con una monja que contrae la enfermedad—.

Crítica.


Sin duda uno de los puntos más fuertes del manga es la crítica al sistema de salud Japonés, a la discriminación, el racismo, y la más baja condición humana.

En la obra se distinguen multitud de personajes que se refieren a los japoneses como “amarillos”, y otros, que sólo ven en los enfermos de Monmow bestias terribles que deben ser masacradas. Es curioso como muchas veces el protagonista enfermo se ve obligado a gritar que es un ser humano, mientras le pegan palos de todas partes, y lo tratan como un vulgar animal.

En el transcurso de la historia, se ven muchas actitudes deleznables, como considerar que la enfermedad no afecta a caucasianos. El doctor Tatsugaura, jefe de servicio de medicina interna de un famoso hospital universitario, no acepta segundas opiniones de estudiantes. Toma la enfermedad y a sus pacientes, como un medio para catapultarse hacia la fama y el prestigio. Al final, acaba traicionando a su mentor, alejándolo de la medicina por tener una enfermedad mental, y llevando a su eterno rival, Osanai, al más absoluto infierno.

Conclusiones.

Oda a Kirihito 13a Página 7
Muchas veces los personajes se ven en situaciones de auténtica impotencia.

Aunque poco conocida. “Oda a Kirihito” ha sido un genial manga para iniciarse en el mundo de Osamu, que sin duda disfrutaré como un enano. Ganas tengo de coger un poco de tiempo para probar sus obras más apetitosas, pero tiempo al tiempo. Esto sólo ha sido el primer mordisco de un pastel más grande, así que os invito a entrar en el mundo de Tezuka, donde, como la medicina y la vida, todo no puede ser de color de rosa. 

miércoles, 20 de marzo de 2013

Vida estudiantil: De Séneca por la vida


Sample

Hace mucho tiempo que no escribo. Pero aún me llegan comentarios de algunas entradas de hace tiempo. Razón de más para escribir una entrada, sobre todo si también estamos en vísperas de un examen de Salud Pública que no he podido estudiar bien gracias a la fiebre del heno que me ha dado en los últimos días (y el salón de Manga de Jerez).

Pese a todo, os sigo invitando a que entréis a mi blog y sigáis comentando. Muchos de mi Universidad no han tenido ninguna oportunidad de saber de mí desde hace mucho tiempo. Si alguno tiene curiosidad por saber cómo me está yendo por aquí, igual puede seguirme en twitter (@patercomunit), o en mi facebook. Pero aún así, nunca está de más comentar algo de lo que ha sido de mí desde que me fui de Gran Canaria.
Desde aquel día ya no escribo ninguna entrada. Me recomendaron un tema hace poco, pero mi blog va por partes. No voy a soltar bilis coagulada en cada entrada que escribo, lo mejor es dosificarla. Sobre todo es malo si escribo entradas pensando en gente de la carrera que me cae fatal, pues puedo caer en la subjetividad y… todas esas cosas que a la audiencia le repatea.

En fin, empezamos. Cuando llegué a Andalucía, por allá en octubre estaba abrumado, triste, desamparado. Echaba de menos a mucha gente en Canarias, pero al menos me entretenía con las clases. Empezar fue algo duro, pues la bicicleta que me había dado mi tío era una mierda, y todos los días tenía que irme a la facultad en Cádiz para tener clases a las ocho, y eso conllevaba tener que levantarse a las 5 y media en Jerez, y coger el tren para allá a las seis y media.

Las clases no tenían mucha diferencia con aquellas que me dan en Las Palmas. Pero ahora me doy cuenta de que será duro volver a mi Universidad de Origen. Cádiz y Jerez me encantan, pero no por la formación, sino por la gente. He tenido suerte de encontrar a un sujeto en mi clase con mis mismos gustos, pero con un don de “gentes” envidiable, y a partir de ahí fui conociendo más y más personas. Me daba cuenta de que cuando acabara este año, quizá también lloraría por los que tenga que dejar aquí.

El ritmo de las clases era pausado y tranquilo, dejaba perfectamente paso a dos días de clases por semana, y tres de prácticas. Los exámenes, la mayoría son por la tarde, y casi todos de tipo test —aunque el de nefrología tuve que escribir un poco—. A pesar de que un amigo me dijera que si no esta es la peor facultad de medicina, estaría dispuesto a seguir estudiando la carrera en este lugar. Y de todos modos… ¿Qué es lo que uno entiende por una mala facultad de medicina? Se supone que las facultades no son buenas y malas de por sí, sino que la hace sus profesores y alumnos. Un mayor nivel de exigencia no siempre es sinónimo de salir mejor preparado. A veces, las cosas son muy diferentes. De todos modos, no es eso yo lo que buscaba cuando tenía pensado dejar Gran Canaria por un año.

En cuanto compañeros de piso, tuve un sudamericano —no sé porqué, siempre acabo con sudamericanos como compañeros de piso, en Inglaterra tuve a dos colombianos—. Era cervecero como él solo, hablaba muy rápido, y utilizaba a destajo todas esas expresiones y frases hechas que hacen de un mexicano, un mexicano. Aún así el chico me contó que hay muchas formas de hablar y dialectos en su tierra, cosa que me pareció normal al ser México un país realmente inmenso. Salimos un día, y me dejó plantado otro, dejándome con un recuerdo más bien mixto de él, pero aún así, bueno después de todo.

A finales de diciembre se cambió de residencia, dejándome a mí solo a cargo de la casa, y desde enero, que volví de estar en mi isla por navidades, sigo vivo y coleando, sobreviviendo a un episodio de rinoconjuntivitis alérgica. Tengo amigos en la facultad, y fuera de ella, pero se mueven mucho y no tengo tiempo para verme con ellos. Tengo también en otros lugares, como en Extremadura, Barcelona, Valencia, y Madrid. Además de mi familia, que me espera en un pueblo cercano a Sevilla, que es a donde acudiré esta semana santa que viene.

Un evento importante a finales de octubre que minó mi salud y mi paciencia fue el accidente que tuve yendo a prácticas al hospital de Jerez. El pie se me dobló y tuve un pequeño esquince que me dejó en cama-silla durante unos 10-12 días. Tardé unos 20 días y poco más en recuperarme del todo del dolor y que mi pierna derecha volviera a estar operativa para caminar y dar patadas culares. Pero al menos, me sirvió para tener una ligera idea de cuán descentralizado está el sistema nacional de Salud Español, y que el SAS es una mierda —no así las personas que lo integran—.

De todos modos, esto parece resumir muy poco lo que he experimentado en la península. Han sido tantas cosas las que han sucedido, que las que está por suceder, que tengo la sensación de que no seré el mismo cuando vuelva a Gran Canaria.

Solo tengo que agradecer desde aquí a dos personas, que fueron aquellas las que me animaron a seguir intentándolo, y a elegir Cádiz como destino del Séneca. Que me apoyaron cuando, en vez de afrontar las situaciones como un hombre, estaba lloriqueando en una esquina como un marica. Muchas Gracias.

Queda inaugurada esta nueva temporada de ¡Fría medicina!

jueves, 19 de julio de 2012

Animes que odio (1)

Buenas a todos los lectores. Aviso que esto es un blog que, aunque tiene muy pocas actualizaciones, sigue vivo. Intentaré hacer un esfuerzo poco a poco y poner una entrada cada semana. Probablemente estéis extrañados del tema que nos ocupa hoy en mi blog, y es normal, pues no muchas veces hablo de anime, un hobby que últimamente está calando cada vez menos en mí. No me obliguéis a hablar de medicina, pues es de lo último que quiero hablar, al menos hasta que llegue agosto.

Nostalgia.

El "anime" es el nombre con el que se conoce a la animación nipona, que ha calado de manera muy significativa en todo el mundo. Básicamente ya hay muchas personas que sean ajenas a este tipo de animación, y cada vez menos. Os recomiendo que atendáis a la definición de la RAE, carca, superficial, y sobre todo, incorrecta; que hace poco que la corrigieron. Es curioso que los miembros de la RAE la hayan incluido por sugerencias externas, significa que todavía nos queda mucho por abrirnos de mente —que no de patas—. La primera definición la sustituyeron por una más básica: "comic japonés", pues haber empezado por ahí, cabrones, porque con la primera definición solo demostráis lo mal que se os da informarse.

El caso es que yo, en mis tiempos de mozo infantiloide —cuando cursaba la ESO. Sí, yo era inocente por entonces— devoraba animes uno tras otro, como suele hacer los llamados "otakus" ahora. Me encantaban sobretodo de tinte romántico, como por ejemplo "Chobits", "Video Girl Ai", "Love Hina" son algunas que recuerdo. De acción, me gustaba "Dragon Ball", "Trigun". Poco después me fui adentrando en el terreno de la fantasía, descubriendo grandes series como "Slayers" —aquí en España: "Reena y Gaudy"—; "Gokudo Kun No Manyuki" conocida aquí como Jester el Aventurero. El anime de tipo futurista tampoco se me escapaba de las manos, siendo "Outlaw Star" y "Cowboy Bepop" algunos de los que siempre recordaré. Y cómo no, los de "adoptar monstruitos", como por ejemplo, "Digimon" y "Pokemon".

 Casi todo el anime que empecé a ver lo echaban por un canal llamado BUZZ. Gracias a dios que un día a mi madre le dio por poner la tele de pago. Desde entonces no se puede vivir sin tener tantos canales. En cuanto a BUZZ, no sé qué rayos pasó con él, un buen día dejó de echar anime, y comenzó con series estúpidas y americanadas sin sentido hasta que desapareció. Según la wiki, el internet tuvo la culpa. De hecho, es mejor ver series por internet donde te puedes descargar la serie completa y verla de un tirón, en dos días; pero bueno, verla en la televisión también tenía cierta gracia.

Y YA TENGO 21 TACOS... claro, el tiempo no pasa en balde. Mucho ha llovido por Japón, desde la época en la que estudiaba la ESO, y ahora, en pleno limbo entre 4º y 5º de medicina, soy totalmente incapaz de entender.

PORQUE SI PASAMOS DE ESTO:





A ESTO:


ES QUE ALGO ESTA YENDO MUY MAL EN ESTE MUNDO.

O yo estoy haciéndome muy viejo —quisiera que los ávidos lectores que se atrevan a leer esto me lo confirmen—.

Se inaugura así una nueva sección que voy a poner en práctica: "Animes que odio" o mejor dicho, los que me producen cierta frustración. Vamos a empezar por el primero...

SHIT SOUL EATER.

Primera basura animada a comentar. Es curioso, porque no me he visto ningún capítulo de los 52 que hay. Es increíble que de tal ñordo de argumento se puedan hacer tantos episodios, pero claro, de algo tienen que comer los japoneses que hicieron esta basura, y por lo visto les ha salido bien la faena. De todos modos, tampoco pensaba perder mi tiempo en ver un anime que ni siquiera sabe cuidar su animación, aunque no creo que sea su culpa, porque el estilo de el susodicho autor del manga consta en innovar. Innovar dibujando con el agujero del culo y creando personajes tan esperpénticos que bien podrían organizar un circo de payasos.

Argumento.

Normalmente los "Shonen" suelen carecer de un argumento maduro y sólido, salvo contadas excepciones. Asistimos a un colegio extraño y sobrenatural de "nosequé" mierda de Shinigamis. Los pobres entes que alguna vez se usaron para representar la muerte en el folklore japonés da para mucho. Una de las muchas diferencias de los shinigamis originales con los de este esperpento, es que estos se dedican sólo a segar las vidas de los humanos que van por el mal camino, que se convierten en una especie de aberraciones creadas por la mente perversa del autor.  Total, que para graduarte en Hogwarts Shinigami tienes que absorber 99 almas de humanos malos y 1 alma de una bruja, para redondear. No sé si se explica el porqué de esto, y lo que es una bruja exactamente en este universo, tampoco me importa. El caso es poner a una panda de gilipollas a matar monstruos malvados con sus "superhabilidades", algún giro argumental para mantener el poco interés, y va que chuta. Lo que más me alegra, obviamente, es que no han sacado una segunda temporada, sino un innecesario "remake". Y espero que siga siendo así...

Diseño de personajes.

Es la parte de la serie que más me hace llorar. El estilo de dibujo de Soul Eater es aclamado por ser "animado" y "diferente", pero para mí, esto es un paso atrás en la animación. El diseño de personajes es de lo más extravagante y sin sentido, es una puta mierda: el payaso del McDonalds está mejor diseñado que todos los personajes de Soul Eater. Y lo peor de todo, no hace falta verse la maldita serie para darte cuenta.

 Aquí os pongo a los personajes princiapales:

La coletuda protagonista, Maka Albarn. A veces se vuelve loca, lo que hace que su cuerpo y su cara mute de forma considerable, recibiendo el primer premio a las más esperpénticas muecas que hacen que esta serie provoque cáncer de retina. Lleva consigo una guadaña que es más grande que ella. Como personaje estereotipado que se precie, de algún lugar tiene que sacar la fuerza para vencer al enemigo en el momento menos esperado, esta lo saca de una habilidad llamada "sangre negra". Al principio puedes pensar que se trata simplemente de un nombre y en realidad se trata de una habilidad de tipo espiritual, que es en lo que se basa toda esta mierda, pero no... los tipos que crearon este tufo van en serio, y osan meterse con la Medicina:

Y ESTO QUE COÑO ES? ¿Un glóbulo negro? ¿En qué demonios estaban pensando? La oxiHb es lo que le da la pigmentación roja de la sangre ¿Qué es lo que le da la pigmentación negra? Buf... en fin, habría que poner en el DSM-V que tener glóbulos negros en la sangre te vuelve loco e indestructible.


La verdadera hija de Nicholas Cage.

Soul. Este bobo se supone que es uno de los que se convierte en el ¿arma de Maka?. Digamos que es el putón de Maka.  Aquí arrancamos con la originalidad del autor del manga: Se trata de un dandi asqueroso, albino, de ojos cuadriculados y rojos. Lleva una bandana, y a tenor de algunas imágenes, más que rodeándole la cabeza, parece que la lleve pegada con "poxipol". Por supuesto, esta prenda lleva su nombre escrito, no estoy muy seguro si es para que no se le olvide a él, o a la gilipollas de su ama. A juzgar por las expresiones exageradas, porque muchas veces abre la boca para enseñar una dentadura de tiburón, y practica el canibalismo de almas, toma metilendioxipirovalerona.

¿Qué cojones es ese surco del labio inferior?¿Babea? ¿Tiene trisomía 21? ¿Se corto el labio? DIOS, COMO ODIO ESTA PUTA SERIE.

Death the kid. Paso de comentar el nombre antes de que mi cerebro se colapse con tanta imaginación. Este niñato maricón es el hijo de la muerte, que en esta serie pasa de ser nuestra típica calavera ataviada con una capucha negra, a una especie de amalgama de rayas y picos hechos con una regla, una máscara mal hecha, y una mano gigante cuadriculada que parece hecha de papel o de cartón. Bueno, de hecho, la muerte parece haber renacido del garabato de un niño de guardería.


¡HIJO, TU DIBUJITO ACABA DE COBRAR VIDA! 

Buf... en fin. En cuanto a Death, es el típico personaje que le toca hacer de serio y frío en la serie. Lo adornan con un TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) basado en una obsesión con la simetría que le hace ponerse dos anillos idénticos en los anulares de ambas manos y vestir ropa totalmente simétrica, pero claro, se le acabó la pintura blanca para acabar de decorar su horroroso pelo con esas TRES RAYAS BLANCAS. Eso no es simetría "kid" ¿A qué coño esperas para tirarte un tiro en la cabeza?

 Como podemos observar, su "napia" tampoco es simétrica. Me gustaría ver cómo soluciona el hecho de que su huevo izquierdo es más grande que el derecho y cuelga más. ¿Castración, a lo mejor?

Black star. El tercero del trío del circo. Da risa sólo con verle la cara de tonto y la pelambrera que intenta emular una estrella. Para colmo, el nombre lleva un simbolito de una estrella —que paso de copiar y pegar— y lleva tatuada una estrella en el hombro derecho. Su arma tiene forma de una tía tetuda. Es el típico garrulo narcisista y arrogante, un "attention whore" en toda regla. Se dedica a medirse la polla con cualquiera, y especialmente con el niñato simétrico, que a pesar de estar castrado la tiene más grande que él. Su especialidad más notoria es la de gemir cosas como "¡Yahoo!".

 ¡Venid todos a chupármela un poco!

Y como guinda, otra foto para rematar la idea:



Por dios... pero... ¿QUE TORTURA ES ESTA? El gilipollas peliblanco con la bandana pegada en la cabeza y la camisa también con su nombre, para estar más seguro; el maricón simétrico a punto de sufrir un ataque de ansiedad por tener la corbata desabrochada, la coletuda "cambiacaras"...¿ y qué es eso que veo a la derecha?

¿Un hombre? ¿Una mujer? Está tan mal dibujado que es difícil de adivinar. Lleva dos flequillos enrollados delante del pecho, si es una tía, estoy seguro que no ha leído el "Cuore" para informarse sobre los peinados que se llevan. Y el/la de atrás ¿Es un cura? Sea lo que sea, por la facies característica y la ptosis parpebral debe de ser hipotiroideo...

AAAAAAAHAHAHAAHHHHHHHHHHGGR.

No voy a comentar a fondo el diseño de un personaje más de esta trozo de estiércol, así que pondré unas fotos más para que ustedes mismos lo vean y se acabó:

Un nerd volador con sus alerones encima de las orejas. 

Un sicario gordote, con ojeras semicirculares y trigonocefalia.
¿ESTO ES UNA BRUJA?
¿UNA VAQUERA?
HASTA SALE UNA MOMIA. Esto supera mis expectativas... 
Dos gnomos morenos.
¡¡UN FRANKESTEIN CACHAS!! Ruego que atiendan al descomunal tornillo que le atraviesa la parietal de lado a lado.
Y de invitado especial: el mayordomo de Artemis Fowl
Creo que he subestimado esta serie... ¡Hasta la próxima entrada!

miércoles, 28 de marzo de 2012

Contando algunas anécdotas...





Mis andanzas por el hospitalito distan de quedarse más estáticas, y obviando algunas por las que pasé casi como si fuera un fantasma, aquellas que no me han dejado para nada indiferente han sido las de digestivo y todos sus derivados (endocrino, cirugía general, nutrición) de las cuales, hablaré por aquí casi resumidamente.

 Las prácticas de nutrición fueron un caos, al menos para mí, que muchas veces soy más despistado como nadie, y acabé en endocrinología y nutrición.

El hombre que las imparte se trata del jefe de servicio de la UMI, allá en la planta sexta del Negrín, de color gris y casi inhabitada, más sólo por enfermos moribundos y por profesionales con pijama que confundes con cirujanos, pero que no lo son. El hombre no parece que sea el jefe de servicio, y todas las mañanas, en las sesiones clínicas, él se sienta en un extremo de la mesa y escucha los casos como si se tratara de uno más.
Muchos de los personajillos allí reunidos parecen médicos y enfermeras entregados a su trabajo.
Una mañana, uno de ellos empezó a cantar una canción, una de esas que puedes escuchar en "Tenderete" para romperte los oídos. Se reveló ante nosotros como un médico chiflado, la oveja negra de la medicina intensiva, un pobre diablo que se jactaba de que si no fuera porque odiase enseñar, sería catedrático. Menudo iluso... Antes de que pudiera finalizar la sesión de aquel día, estaba deseando que ninguno de sus pacientes estuviera consciente, para así no tuviera que aguantarle.

Las prácticas continuaron, y el jefecillo de UMI nos llevó a todos a una sala aparte. Nos dio a cada uno dos productos de nutrición parenteral, asegurando antes de que estaban caducados (y así no pudiéramos solventar la falta de glucemia de la mañana).  Allí nos hablaba de kilocalorías, la dieta mediterránea y nos hizo aprendernos de memoria el peso atómico de algunos de los electrolitos más importantes de la fisiología humana, sin venir a cuento.

Sin duda alguna el mejor día fue el viernes, que visitamos la cocina del hospital. Nos asombramos con el enorme espacio que ocupaba, las plataformas robot que llevan la comida hacia las plantas y como no, el bocadillo que nos dieron al final del pequeño paseo. Yo fui el único que siguió comiendo tranquilamente, mientras comenzamos una entretenida conversación con la dietista. Además, acabé devorando dos bocadillos; el otro, de una compañera con gastrectomía mental.

Después de navidades, la cosa se endureció y comenzaron las prácticas de digestivo. Lo primero de lo que me alegré, fue de que estuvieran lo suficientemente bien organizadas como para no encontrarme en el camino a ningún otro estudiante que no sea de mi grupo, salvo que algún otro de rotatorio de sexto curso, o de Erasmus.

La primera semana fue digestivo médica. En ella me encontré a dos residentes bastantes simpáticas (tal vez tenga suerte y relate alguna guardia acompañando a una de ellas), y finalmente, a uno de los adjuntos más inverosímiles que he visto.  El médico se llevaba bien con los pacientes, era gracioso, y nos hacía arrastrar por los pasillos el dichoso carrito de historias. El hombre iba bien ataviado con traje, y no había día en el que no llevara una preciosa corbata al trabajo. Debo reconocer que me puso las cosas bastante fáciles cuando me dijo que no hacía falta venir a las sesiones clínicas, aceptando gustoso la oferta para levantarme un poco más tarde de lo habitual, aún así, llegando al hospital sobre las 8:30. Fueron días entretenidos y más suaves.

La siguiente semana, que se me hizo corta, la precedió endocrino, precedida por un doctor bastante tranquilo y con cara de tonto. Por supuesto, solo lo aparentaba, pues el sujeto es bastante inteligente y perspicaz, e incluso esconde cierta mezquindad debajo de sus gafas finas, y no, como el monstruo de cuatro ojos que habita en los quirófanos de la tercera planta. Cosa extraña es que me recuerde a otra persona, pero no sé decir cual exactamente.

El tío me mandó directamente a consultas externas, para que fuera revisando las historias de los pacientes de hoy, y apareció por allí finalmente, para durante todas las consultas, hacerme copiar por completo la historia clínica que le hacía a cada paciente, hasta que mis manos ardieran de tanto escribir. Se quejó de casi todo, de mi caligrafía, de no llamar "doña" a una chica de 15 años, y de no poder recordar la clínica del MEN tipo 1; pero al final me cayó simpático. Aprendí a manejar la báscula de los hospitales (de esas que tienes que enderezar una especie de regla con un indicador).

El día siguiente me fui a consultas externas, pero a partir de ese y los siguientes estuve acompañado por otro personaje del servicio de endocrino, al que yo llamo Dr. Felix 2 por recordarme siempre al profesor de farmacología del año pasado, pero sin la cara de mala ostia de este último. Por lo visto, aunque no viene al caso, el hombre farmacológico ha pasado de aspirante de decano de la facultad de medicina, a cazador de "trolls" de internet, como puede verse en el siguiente enlace (http://www.canariasahora.es/noticia/122233/).

Siguiendo con mis aventuras por endocrino, todo fue viento en popa durante la semana, más suave que aquel primer día haciéndole de copista al jefe del servicio. Me gustaba que el Dr. Félix 2 se molestara en explicarme al detalle el tratamiento de la diabetes, pero ocupaba muy poco tiempo para ver los pacientes. Quizá el día más característico fuera aquel en el que tuvimos que historiar a varios pacientes que llegaron debutando con diabetes, ambos relativamente jóvenes. No está de más recordar cuán doloroso tiene que ser para ellos saber que van a estar enfermos para siempre, teniendo que pincharse la dichosa hormona para su cuerpo absorba la glucosa de la sangre, y encima con más riesgos a la hipoglucemia. Valoré bastante el arrojo de los pacientes, así como el trabajo de la enfermera en informarles.

Después de aquella semana rondando por endocrinología, finalmente llegó el día en el que me las tenía que ver de nuevo con el quirófano. El aburrido quirófano que tantos dolores de cabeza me causó el año pasado, cuando acudía a hacer las prácticas al Insular. Ahora fue toda una experiencia, pues fue la primera vez que me esterilizaba las manos.

La primera vez siempre vas con un poco de nerviosismo, pero siempre acabas acostumbrándote. Hay un lugar reservado para ello justo al lado del quirófano, de cara al llamado "pasillo limpio" (dónde creo yo que se guarda todo el instrumental esterilizado), donde tienes esponja, unos surtidores de betadine y clorhexidina, y varios grifos donde puedes asearte para la operación.

El proceso tarda unos 5 a 10 minutos, e incluso 15, todo depende de lo escrupuloso que seas. Hay algunos que obvian los codos, mientras que otros recomiendan siempre lavar bien esa zona tan séptica y maldita. Es importante que al aclarar el jabón de las manos y el antebrazo, el agua siempre escurra hacia abajo, toda la suciedad, para luego mantener las manos en alto e intentar manejar todo con los codos (cerrar el grifo, y luego, abrir la puerta automática del quirófano, es más fácil de lo que parece).

Inmerso ahora en el acto quirúrgico, no hay mucho que un alumno pueda hacer, aparte de suturar con la grapadora, y extender el campo con las valvas. De todos modos, hay veces en las que incluso te sientes útil. A pesar de sólo haber sostenido el campo y haber suturado la herida, superficialmente, con una grapadora, fueron tan amables como para incluirme en el informe como uno más. Eso siempre le sube a uno el ego, o mejor dicho, la confianza en uno mismo.

La segunda operación digna de mención fue la de un pobre muchacho de "veintipocos" años con una enfermedad de Crohn —para los que no controlan, es una enfermedad inflamatoria que afecta a todo el tubo digestivo—, de una severidad bestial, con los intestinos hechos un "cristo".

Durante la operación, los dos cirujanos que operaban, bastante jocosos, me pidieron ayuda, y casi a mitad del procedimiento me lavé rápidamente y se las presté. El más veterano de ellos no quiso usar el "Ligasure", un instrumento muy utilizado entre los cirujanos, que corta y coagula a la vez, para evitar hemorragias innecesarias, alegando lo caro que era el dispositivo, y que era inútil usarlo en una operación tan banal como aquella.

Tan banal era, que después de colocar varios disertores, y al seccionar un trozo de tripa enrojecida, se formó de ahí tal fuente de sangre, que ríete tú de la fuente luminosa de Gran Canaria.
El estallido de sangre manchó a los dos cirujanos,  a mí incluido. Uno de ellos señaló la fuga interesado, preguntando:

— ¿Qué es eso, una arteria, o una vena?

— Una arteria.

Estaba más que claro, pues el chorro no era continuo, y tenía mucha presión. Lo cierto es que después de la respuesta, y de seguir mirando un poco como el campo pasaba a convertirse en una piscina sangrienta, empecé a sentir una especie de malestar que me hizo alejarme del campo e informar rápidamente de mi vergonzosa situación.

A pesar de ser un pequeño mareo, las enfermeras me trataron como si de un momento a otro fuera a caerme al suelo, me sentaron y rápidamente me quitaron la bata esterilizada. Me pasaron un paño mojado con alcohol por la frente y luego me lo hicieron oler. Era una gasa mojada con alcohol, y que usaron para "colocarme" un poco. Fueron bastante serviciales, pero al parecer innecesario.

Luego de un zumo y coger un poco de aire, me encontré mejor, y pude volver para ver terminada la operación. El hombre ya tenía hecha una amputación perineal, y ellos le terminaron de hacer una fistulectomía. Fue algo desagradable, no lo dudo, pero no me volví a marear.

Las prácticas de cirugía acabaron finalmente, y con ellas, el examen de digestivo cirugía, que contra todo pronóstico, logré aprobar por muy poco. Espero tener la misma suerte para los demás exámenes del curso, aunque puedo afirmar con seguridad que si tengo la misma suerte que tuve, me veré obligado a rezarle a alguna entidad superior.