martes, 5 de noviembre de 2013

“Crush Fetish” y crueldad hacia los animales: una perspectiva Psiquiátrica.


El maltrato animal siempre ha sido un tema de controversia en la actualidad, pero no fue hasta hace poco cuando empezaron a considerarse que los animales también tenían “derechos”. Hasta entonces siempre han tenido que sufrir, en las más variadas formas, las excentricidades de una raza enferma a consecuencia de su gran capacidad cerebral, y que muchas veces, nos lleva a cometer actos reprochables tanto para ellos como para nosotros mismos.

Estas conductas comprenden comportamientos que causan un dolor innecesario o estrés al animal. El espectro es grande: desde abandonos y pequeñas negligencias en cuanto a la alimentación e higiene, hasta un maltrato directo e intencionado: la tortura y el asesinato malicioso. En la historia, el maltrato muchas veces ha sido justificado como actividad lúdica (como por ejemplo, la Tauromaquia en España), y en la guerra (usados tanto para pelear como armas suicida que portan explosivos).

Con fines científicos, los animales siempre han sido importantes para los estudios médicos, sin embargo aunque haya leyes que regulen la experimentación con animales, aún pueden cometerse ciertas injusticias y desregulaciones que son susceptibles de protesta. En este sentido, la constante guerra entre las protectoras de animales y los científicos ha sido eterna, es casi un tema tan controvertido y complejo que necesitaría una entrada diferente para poder dar información adecuada junto con mi opinión personal.

Hoy, nos centraremos en las nuevas fuentes que incentivan el maltrato animal, y sí: estoy hablando del maravilloso y a la vez horrible Internet, fuente inagotable de información que también resulta en un submundo donde la moral es abandonada por aquellos que intentan encontrar maneras de subsanar sus deseos más primitivos y menos aceptados por la sociedad de hoy.

Internet ha sido testigo de horrendos vídeos de maltrato animal, algunos que yo personalmente he visto, como el desollamiento de animales vivos en China o aquel que tuve la desgracia de encontrarme: el de unas jóvenes asiáticas aplastando un conejo con una placa de cristal. El maltrato puede verse en Blogs, en vídeos subidos a páginas parecidas a Youtube, incluso en redes sociales como Facebook. Afortunadamente, todo el material que sale a la luz es vejado y repudiado por la mayoría de los internautas, y estos mismos son los que en la mayoría de las ocasiones lo denuncian. En el campo de la psiquiatría, el maltrato animal se ha relacionado mucho con comportamientos psicóticos y el trastorno antisocial de la personalidad, tal y como indican algunos estudios1,2.

Parafilias

La parafilia es un concepto que proviene de la unión de la acepción griega “pará”: “a margen de”, y “filia”: que significa “amor”. Se entiende la parafilia como el patrón de comportamiento sexual en el que la fuente de placer no se encuentra en la cópula, sino en otras actividades que bien pueden realizarse solas o en acompañamiento del coito. Sin embargo, muchas veces no se considera parafilia a algunas conductas sexuales en tanto que no sea la única fuente de placer, esto sería como una especie de “salsa” que pudiera animar las relaciones sexuales. Además, si estas prácticas no causan daño físico, psicológico o económico a las personas que practican, tampoco se considerarían como tal.

Otro elemento importante es el consentimiento, de modo que tiene que haber un consenso en la pareja para realizar dichas prácticas, esto se hace imposible en muchas prácticas como la pedofilia, la zoofilia, la somnofilia y el froterismo; y por ello sean consideradas como parafilia patológica per se. En resumen, las prácticas son como los trastornos de personalidad, bien podrían ser pequeñas excentricidades o un enorme problema depende de cuál sea el impacto en la vida de la persona y sus más allegados.

¿Y si les digo que el ser humano ha desarrollado una parafilia respecto al maltrato animal?

Crush Fetish

Pues sí: el llamado “Crush Fetish” o “Fetiche del aplastamiento”: se trata de la excitación producida cuando alguien aplasta objetos, comida y en ciertas ocasiones: animales más grandes, incluso mamíferos. Los gustos y las preferencias en este tipo de fetichismo extraño son muy variados. Hay dos tipos de este fetichismo que se engloban en dos términos: el “soft crush” contiene vídeos más comunes en los que se aplasta objetos inanimados o pequeños insectos, mientras que el “hard crush” se realiza con animales vertebrados, muchos de ellos mamíferos domésticos como perros y gatos, usualmente cachorros (obviamente, dado que son más débiles e indefensos). Este último es el que ha creado más controversia, teniendo un impacto mayor en caso de se filtre alguno de estos vídeos para la mayoría de los internautas. El método suele ser muy simple, y los perpetradores suelen utilizar los pies o en algunas ocasiones el resto del cuerpo. Puede realizarse con tacones altos, con el pie descalzo, u otra manera a gusto del fetichista. Presupongo que la mayoría de los vídeos, sobre todo los de “hard crush”, están realizados por motivos económicos, ya que se ha estipulado que los que practican estas aberraciones reciben una buena paga por ello, cosa que confiesan al ser juzgados por las autoridades.

Las prácticas son descritas como aberrantes y de mal gusto (puedo dar fe a ello). Causan un gran impacto social en Internet, por lo que no pasa mucho tiempo hasta que finalmente los atrapa la justicia. Los actos deplorables y el sufrimiento de los animales en este tipo de prácticas lo justifica el apetito sexual del fetichista, desde un punto de vista psiquiátrico, si estas conductas se eliminan, la demanda y los casos de maltrato disminuirían notablemente.

Etiología

 Es muy difícil establecer una etiología concreta para la mayoría de enfermedades mentales, así como las parafílias perjudiciales. Si bien respecto a la pedofilia se han hecho multitud de trabajos, el fetichismo del aplastamiento es un gran desconocido para el campo de la psiquiatría y la psicología. Se ha estipulado que el fetichismo surge en la adolescencia, y se relaciona con experiencias impactantes en la vida con las que hayan conseguido algún gran cambio.

Otras teorías apuntan a la secreción de feniletilamina, hormona que tiene mucho que ver con los procesos de enamoramiento, sustituye a las secreciones de otras sustancias que en personas sin el fetiche, tras esas imágenes, provocarían sentimientos de aversión, tristeza o indiferencia.

Clínica y diagnóstico

No va más allá de la excitación sexual ante el sufrimiento del animal siendo aplastado. No existen criterios para diagnosticar esta parafilia ya que no está descrita en el DSM, al menos por ahora. Sin embargo, aunque muchas veces el fetiche en sí puede provocar malestar o suponer un problema, lo es más para aquellas mujeres que lo llevan a la práctica. Ignoro totalmente si estas están obligadas de alguna u otra manera, ya que sólo me he informado de vídeos donde parece no tener ningún remordimiento ni culpa en sus acciones, sin embargo, no es posible descartar totalmente la voluntariedad total sólo con tener acceso a un par de vídeos: de hecho, es quizá estos los que tengan una mayor repercusión social entre la sociedad internetera.

Tratamiento

La psiquiatría ofrece pocas posibilidades para la corrección de conductas y parafilias perjudiciales, si bien los fármacos antipsicóticos pueden ayudar en el tratamiento de otros síntomas psiquiátricos en caso de que los hubiere en el fetichista del aplastamiento. El acercamiento es psicológico, y la técnica de modificación de la conducta varía mucho entre una escuela u otra, sin embargo la que propone la conductivista es cuanto menos, muy interesante: se trata de la unión al estímulo provocado por el fetichismo a uno desagradable (condicionamiento aversivo).

Páginas Webs y Referencias



(1) Henry, B. (2004). The relationship between animal Cruelty, delinquency, and attitudes toward the treatment of animals. Society & Animals, 12(3), 185-207.

(2) Gleyzer, R., Felthous, A. & Holzer, C. (2002). Animal Cruelty and Psychiatric Disorders. J. Amercian Academic Psychiatry Law, 30 (2), 257-265.

martes, 29 de octubre de 2013

Sobre sectas: Los mormones

Es un lavado de estómago, pero con manos y de materia gris.
Corrían los años por allá del siglo XIX, años de guerras y revoluciones, donde España comenzaba a menguar sus territorios y América seguía siendo la tierra de las grandes oportunidades. En Estados Unidos se creaba la semilla de una nueva y molesta secta que muchos años después se convertiría en una de las principales que más definen esta vomitiva lacra: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, o más bien conocidos como “mormones”.

Su primer y único iluminado fue el fundador, un tal Joseph Smith, figura controvertida que decía haberse encontrado con el dios judío y su supuesto hijo. Sus esfuerzos por establecer una teocracia en un país que aún estaba formando su identidad propia con separación del Estado y la Iglesia es un misterio, puede que incluso pudiera atribuirse a alguna enfermedad mental o alguna alucinación loca junto con una personalidad perseverante y pretenciosa. El caso es que él y su rebaño de ovejas causo un gran revuelo por aquel entonces, fueron objetivo de la injusticia e intolerancia, y su historia se convirtió en el cuento de un mártir atontado. El gobierno dejó que procrearan como conejos en el estado de Utah mientras en el país sobrevenía una guerra civil (Guerra de Secesión).

No siempre los gordos y barbudos son bondadosos y dulces.
A este buen pastor, falso profeta según otras religiones (aunque para mí, todos son falsos), le siguió la figura de Brigham Young, un bribón que se aprovechó de la ideología poligámica de la secta para hartarse de follar en un harén compuesto por más de 50 mujeres. El pobre también era un poco racista y pensaba que los negros eran los descendientes de Caín, un pensamiento completamente deleznable, pero… ¡Prrff! Quien puede culparle cuando hablamos de un país que dejó la segregación racial entrando en el siglo XX, lo cual es absolutamente penoso. Todavía habrá algún viejete carca, eunuco reprimido y miembro de algún club de armas de fuego que se queje por la ley de derechos civiles, escupiendo su asquerosa saliva a la pantalla de un viejo televisor, atiborrado de hamburguesas y tirado en el sofá mientras su mujer trabaja día y noche.
Una secta con unos orígenes un poco difusos y poco agradables, que sin embargo, logró atraer la atención de bastantes feligreses para rellenar sus filas. Actualmente, tienen templos y sedes en muchos países, y su núcleo se encuentra en Salt Lake City, donde cuentan con una especie de catedral muy “chic”.

Los mormones pertenecen a quizá la secta más presuntuosa de todas, afirmando que su objetivo es alcanzar la ideología de los primeros cristianos (una especie de secta “hippie” utópica y perseguida por los romanos). Es curioso que el nene que al principio preguntaba a dios por cuál era la religión verdadera, acabara formando una nueva y que esta acabara separándose a su muerte. Pero bueno, así es la vida y así es la condenada religión: tan segregada como lo es la cultura y las opiniones.

Sus costumbres e ideología, son cuanto menos, muy excéntricas. No digamos ya la obsesión por bautizar muertos y forrar sus partes con calzones divinos el día de la investidura. Si bien hubo una época en que practicaron la poligamia como cerdos, llegó un momento en que cambiaron de opinión. Comparten con los testigos por la misma obsesión de proselitismo obsesivo, pero optan por llamar la atención y establecer un uniforme sobrio de oficinista: camiseta blanca, pantalón oscuro y corbata seria. Bien peinados y acicalados, de piel blanca y fina como la de un bebé a término. Por lo general, rubios y ricos, ellos mismos se pagan el coste de los viajes para evangelizar. Siempre en parejas, portan una mochila a la espalda y van de puerta en puerta vomitando sus ideas extrañas. Una chapa negra colgada de la camiseta blanca revela siempre su identidad.

Portan consigo su propio libro dogmático: una especie de libro que se titula “El libro del mormón”, razón suficiente que les ha dado a esta gente para ser llamados de esta manera. Una serie de textos que se supone que aclaran diversos aspectos de las escrituras originales, pero que no deja de ser otra interpretación de la biblia adecuada a ellos y al iluminado yonqui.

La secta está gobernada por un grupo de doce personas (Quórum de los doce), un grupo de viejos que intenta emular al antiguo grupo de apóstoles. Sus decisiones tienen la misma validez de esto, asegurándose así que nadie les contradiga.

Las mujeres mormonas no pueden aspirar al sacerdocio, y quedan relegadas a tareas sociales. Son vulgarmente entrenadas para ser perfectas esposas y presionadas para mantener el himen íntegro hasta después del casamiento. Las relaciones antes del matrimonio están prohibidas para estos impotentes, así como las caricias íntimas, la masturbación y la pornografía. Los carcas sectarios aconsejan a los jóvenes esperar hasta los 16 años para salir a citas, una edad a la que se supone que ya tienen la capacidad de tomar decisiones sabias (aunque siendo de una secta, esto me parece realmente improbable). Cuando salen en pareja, reciben consejo continuado para mantener la polla dentro del calzoncillo. Por supuesto, el adulterio también es un pecado grave, aunque afortunadamente optan por excomulgar, más que apedrear a la mujer que lo cometa.

A este hombretón no lo dejaron acabar la carrera por participar en un posado fotográfico.
Es el pecado hecho en cuerpo, con el paquete enfundado en una braga de metal.
Si hay una cosa que siempre me ha molestado de las religiones es la negación del placer sexual al ser humano. Estas prácticas absurdas acaban siendo perjudiciales, impidiendo la correcta maduración sexual y pudiendo aparecer posibles parafilias en una mente reprimida y cerrada (como la tendencia de los curas a la pedofilia). Si bien nunca llegué a entenderlo, debo afirmar que los dioses deben tener envidia de los mortales por no poder mojar el churro como para pactar leyes así. Gran culpa la tiene la biblia, por afirmar que el sexo sólo debe considerarse un mecanismo para la reproducción. ¿O acaso es uno de esos famosos errores que siempre surgen cuando tomamos un libro como guía moral?

Utah seguirá siendo controlada por el sectarismo y el conservacionismo más progre, una secta que se alimenta sobre todo de sus ovejas más jóvenes para mantenerse y expandirse. Mucho le queda para librarse de ellos, pues Smith marcó el territorio con fuego incandescente.

lunes, 30 de septiembre de 2013

"Hacer un Homestuck"


Y otra vez ando escribiendo por aquí desde hace ya meses —abril, si concretamos—. Y de nuevo, me encuentro con que las entradas con más comentarios son aquellas en las que suelto bilis por cosas que no me suelen gustar.

Que conste que yo nunca desee que el blog fuera algo así como una piscina de vómito amarillento donde se pudren todas aquellas cosas que, según mi humilde opinión, deberían desaparecer del universo: como el dubstep, el reaggetón, las fujoshis, el género bishonen…

Aún así, en esta preciosa bitácora donde ustedes podéis ver mis opiniones y exponerme las vuestras en los comentarios, sois invitados una vez más a leer otra de mis espantosas y exageradas críticas. Poniéndonos a ello, yo os pregunto… ¿No habéis pensado alguna tarde aburrida en cosas que se hayan puesto de moda en el mundo friki sin tener ni idea de por qué ha sido sido así?

Yo muchas veces: El “Harlem Shake”, “My Little pony”, “Hora de aventuras”, la cancioncita del “Gagnam Style”...

Sin embargo, si hay algo que siempre me ha sorprendido, es que se pusiera de moda algo como “Homestuck”.

Porque lo demás es más o menos comprensible. ¿Pero “Homestuck”? Aunque el título —que se traduce al Español como: “Atrapado en casa”— no tiene nada que ver con el argumento de la historia, lo cierto es que es demasiado complicado para explicarlo en una sola entrada; de hecho, carece de muy poco sentido.
Un “webcomic” son eso que indica el nombre. Son cómics que el autor publica por internet en, la mayoría de las veces en una página web propia, publicando los números con asiduidad para el disfrute de todos aquellos lectores a los que alcance a gustar. Personalmente, nunca he sido un acérrimo lector de este tipo de historietas virtuales, mientras que tengo amigos que en sus navegadores, entre los favoritos, imperan este tipo de páginas. Ha habido algunos que me han llegado a gustar, como por ejemplo “Spinerette”. No obstante, nunca he tenido el tiempo ni la constancia como para seguir las publicaciones de alguno a rajatabla.
Sin embargo, y puede que sea la principal herramienta de Homestuck para triunfar, no se trata solo de imágenes, sino que también incluye algunas animaciones, y algunas incluso, permite la interacción del lector. Eso sí, sin ningún diálogo. Estos vienen abajo escritos con una letra horrible.Cosa que dificulta mucho la comprensión sobre el fondo grisáceo de la página. Otra cosa que también me ha llamado la atención es que tiene una imagen/animación por página. Por lo tanto, estamos ante una historia absurda y complicada escrita en casi un millón de páginas que vas pasando poco a poco.

La primera vez que me encontré con Homestuck, no fue recomendado por nadie en concreto, sino por simple curiosidad que me surgió entre una conversación de amigos. Pasando página tras página, la historia nos contaba de un chico que vivía en su casa, usando el ordenador, y hablando con unos amigos sobre un juego extraño que te permitía modificar la casa del otro como si de un juego de Sims se tratase —inclusive aparecía en la realidad el puntero del ordenador—.

El caso es que siempre dicen por ahí que no tienes derecho a decir que no te gusta el webcomic simplemente porque el acto primero es tedioso. Y son Gilipolleces. Pues se supone que una historia debe captar a alguien desde el primer momento, no confundirlo ni aburrirlo. No me interesa como un inadaptado corretea por su casa obrando sus manierismos autistas antes de que su padre —con la forma de un monigote sin ojos, mal dibujado, y con un sombrero encima— llegue a su casa con una tarta encima.

El autor es un fumado. No sé qué clase de droga tomó para ocurrírsele la idea de parir semejante rareza. Una sarta de memeces una detrás de otra. Un juego que puede acabar con el universo ni se sabe cómo. Alenígenas amorfos y verdes, una raza de maricones con piel gris y cuernos que parecen venir de un planeta extraño. Encima tiene la osadía de llamarlos “Trolls”. Como se nota que el autor es listo y sabe lo que está de moda ahora en el mundo del frikismo, aunque si algo es cierto; y es que ahora, a cualquier cosa se le llama “troll”. Incluso a una de las protagonistas le gusta el “furry”… ¡Perfecto! Ya tengo cubierto mi webcómic para que guste a los amantes de los animales bípedos y antropomórficos. Al menos, encuentra un poco de inspiración como para componer buenas canciones para la historia, algo que destaca bastante entre todo lo demás.

Y no digamos ya el grupo de impresentables que son los trolls. Puso a cada uno un símbolo del zodiaco que los representa, y los puso ahí, a joder a los protagonistas y a joderse entre ellos. Por supuesto, esto atrajo a miles y miles de fujoshis y mojabragas que se nutren de las confusas y caóticas relaciones entre los trolls para hacerse sus parejas y discutir sobre ellas. No veo lógico que lo primero a discutir sobre el argumento de una serie sean las relaciones amorosas de personajes que a lo mejor no tienen nada que ver en la historia. Es un pasatiempo que he considerado completamente estúpido.

Pero eso sí, muy listo el cabrón. Es como si cogieras una infección y la cubrieras con antibióticos de amplio espectro para tratarla. Asímismo, Hussie rellena de cliché su historia absurda y sin sentido, para que cualquier “friki” pueda identificarse con el frikismo entre tanta porquería. Un argumento que sólo es una jodida parafernalia que nadie es capaz de tomarse en serio.

Me recuerda un montón a “Scott Pilgrim”, que también intenta atraer a su público con el mismo método, un poco más orientado a los jugones.

El compendio de estupideces y de nombres raros hacen una ensalada curiosa y extraña, con términos raros a los que no estoy acostumbrado. Dudo incluso que sean ingleses, por lo que yo creo que salen de la mente enferma del autor. Por ejemplo, el nombre del inventario que ellos tienen debajo los protagonistas para guardar sus cosas, muy a un estilo surrealista videojugabilístico. Al final, solo acaba confundiendo mucho más.

Debo advertiros que apenas pasé de acto uno, donde el protagonista ve desde un telescopio como se acerca un meteorito gigante, directo a su casa. Sé que he comentado muy pocas cosas acerca de Homestuck, y son pocas las que recuerdo que mi cómplice me haya contado. Pero este webcomic lleva a sus espaldas una gran cantidad de memeces como una enorme corona de mierda sobre la cabeza de un cadáver podrido.

Sin duda lo peor de Homestuck son las fans femeninas. La mayoría de ellas son perfectamente equiparables a las llamadas “believers”. La diferencia, y lo que hace a estas muchísimo peor que las adoradoras del cantante más maricón de todos los tiempos, es que no puedes entender ni una palabra de lo que dicen.
Lloran, gritan, patalean, ponen imágenes en Tumblr; y en los foros, escriben en mayúscula, ponen caritas. Hablan una especie de “spanenglish” extraño combinando los extraños términos que designan a sus trolls más favoritos, y los emparejan como si se trataran de los personajes de una novela amorosa.

Simplemente, no es algo que esté hecho para mí.


¡Saludos y hasta la próxima entrada!

Enlaces de interés:

Una crítica mejor fundamentada de Homestuck, por un lector anónimo: http://badwebcomics.wikidot.com/forum/t-415132

jueves, 4 de abril de 2013

Mangas que leo: Oda a Kirihito




Osamu Tezuka. Ese gran desconocido nombre para una generación de otakus narutareros que pillan el primer shonen de trescientos que aparecen en las revistas más famosas, como la “shonen jump”, y lo toman como el manga que lo empezó todo. Pero como suele pasar en la política, muchas veces no siempre resulta ser más bueno aquello que elige la mayoría, y si la mayoría se pasa por la superficie axilar uno de mejores autores de manga que ha conocido el mundo, yo prefiero alejarme de ellos.

Tezuka no creía estar revolucionando al mundo cuando trabajaba con su pluma. Simplemente, hacía lo que más le había gustado de pequeño, dibujar. Y por ello, de su mano solo podían salir obras de arte. Su talento daría nacimiento en Japón una nueva forma de hacer animación, y al primer “anime” a color que se transmitiría por las televisiones japonesas y de todo el mundo — Estoy hablando de “Kimba, el león blanco”—.

Una de las que voy a comentar, tiene el nombre de “Oda a Kirihito”, y de todas ellas, esta quizá pertenezca a uno de sus mangas menos conocidos, que se acabó perdiendo en el olvido, eclipsado por obras como Black Jack (que comentaré en más adelante, cuándo me las vea), Astroboy, o Metrópolis.
 Mi bautizo con este autor viene de la mano de un drama médico, una historia adulta pero caricaturesca en la que el autor se mete con la medicina y el ser humano. Una crítica mordaz, consistente, a una profesión deshumanizada, y al racismo.

Argumento.


El protagonista de esta historia, Osanai Kirihito. Un médico de medicina interna que se enfrenta con su mentor en un esfuerzo por determinar cuál es la razón de una terrible enfermedad —llamada enfermedad de Monmow—, al parecer, endémica, que tiene lugar en un pueblo casi hermético, y que convierte a los pacientes en perros, o algo parecido a una bestia o a un animal. Empieza con terribles dolores de cabeza, y una consistente deformación del cuerpo con acortamiento de huesos, hirsutismo, e hipoplasia de mandíbula. Al final, el afectado acaba por tener unos irrefrenables deseos de comer carne cruda y sanguinolenta, para por último, morir de insuficiencia cardiaca.

Su mentor, el doctor Tatsugaura, está convencido que la enfermedad podría ser infecciosa, provocada por un virus. Sin embargo, Osanai no cree que en realidad esto fuera así, y se embarca en un viaje en busca de la verdad, sin saber que, desde hace mucho, muchos conspiran contra él.

En el pueblo, acaba conociendo a Tazu, una chica con la que es obligado a casarse, a pesar de lo que en su hogar le espera su prometida original. Los pueblerinos le encierran por alguna razón, y él acaba contrayendo la enfermedad. De alguna manera, esta se paraliza, dejándolo deformado de por vida, teniendo que ocultar su rostro perruno para no causar revuelo entre las personas, pero aún con alguien con quien confiar.

Días más tarde, mientras intentaba escapar del pueblo con Tazu, ella es violada y asesinada. Y Osanai, decide continuar un viaje sólo, en busca de venganza, donde conocerá a distintos personajes que reaccionarán de distinta forma al verle, donde será vejado y humillado por su enfermedad y a pesar de ello, continuando siendo médico para los que más lo necesitan.

Personajes.

Una variedad impresionante para una historia tan corta. Cada uno con su propia personalidad, tanto es así que es difícil encuadrarlos a todos en un estereotipo de “malo” o “bueno”. Hasta el ricachón chino, cruel y despiadado, un hombre que no duda en desparramar su dinero en espectáculos alocados, se humaniza, y podemos llegar a comprender porque actúa de tal manera. Personajes que aparentemente intentan ayudar al protagonista, luego no parecen tan amigables. Y el propio Osanai, víctima de una desestructuración psicológica, cae en la terrible impotencia, de no poder salvar a nadie. Esto sólo son algunos ejemplos de la magnificencia del autor a la hora de crear verdaderas personalidades con una pluma.

Dibujo.


“El dios del Manga” es un titulo que ha sido reservado para este hombre, y ningún otro lo podrá ostentar. El dibujo de Osamu era tan magnífico y renovador que creó escuela, pero que aún, hoy día, sorprende. En esta historia el estilo caricaturesco se mezcla a la perfección con una historia oscura y seria. Capaz de hacernos reír, o de sentirnos mal.

Los escenarios de un rico detallado atrapan al lector. Los perfectos dibujos de la anatomía humana en las operaciones son increíbles, deduciéndose por lo tanto que Osamu utilizó mucho para su talento del conocimiento que le dio la medicina. Las estructuras anatómicas, junto a las explicaciones perfectamente correctas. Osamu nunca necesitó de un asesoramiento externo para explicar, con sumo detalle, procedimientos y enfermedades.

Consta mencionar, por otro lado, las ricas metáforas relacionadas con el sexo y la religión católica —sobretodo representado con una monja que contrae la enfermedad—.

Crítica.


Sin duda uno de los puntos más fuertes del manga es la crítica al sistema de salud Japonés, a la discriminación, el racismo, y la más baja condición humana.

En la obra se distinguen multitud de personajes que se refieren a los japoneses como “amarillos”, y otros, que sólo ven en los enfermos de Monmow bestias terribles que deben ser masacradas. Es curioso como muchas veces el protagonista enfermo se ve obligado a gritar que es un ser humano, mientras le pegan palos de todas partes, y lo tratan como un vulgar animal.

En el transcurso de la historia, se ven muchas actitudes deleznables, como considerar que la enfermedad no afecta a caucasianos. El doctor Tatsugaura, jefe de servicio de medicina interna de un famoso hospital universitario, no acepta segundas opiniones de estudiantes. Toma la enfermedad y a sus pacientes, como un medio para catapultarse hacia la fama y el prestigio. Al final, acaba traicionando a su mentor, alejándolo de la medicina por tener una enfermedad mental, y llevando a su eterno rival, Osanai, al más absoluto infierno.

Conclusiones.

Oda a Kirihito 13a Página 7
Muchas veces los personajes se ven en situaciones de auténtica impotencia.

Aunque poco conocida. “Oda a Kirihito” ha sido un genial manga para iniciarse en el mundo de Osamu, que sin duda disfrutaré como un enano. Ganas tengo de coger un poco de tiempo para probar sus obras más apetitosas, pero tiempo al tiempo. Esto sólo ha sido el primer mordisco de un pastel más grande, así que os invito a entrar en el mundo de Tezuka, donde, como la medicina y la vida, todo no puede ser de color de rosa. 

miércoles, 20 de marzo de 2013

Vida estudiantil: De Séneca por la vida


Sample

Hace mucho tiempo que no escribo. Pero aún me llegan comentarios de algunas entradas de hace tiempo. Razón de más para escribir una entrada, sobre todo si también estamos en vísperas de un examen de Salud Pública que no he podido estudiar bien gracias a la fiebre del heno que me ha dado en los últimos días (y el salón de Manga de Jerez).

Pese a todo, os sigo invitando a que entréis a mi blog y sigáis comentando. Muchos de mi Universidad no han tenido ninguna oportunidad de saber de mí desde hace mucho tiempo. Si alguno tiene curiosidad por saber cómo me está yendo por aquí, igual puede seguirme en twitter (@patercomunit), o en mi facebook. Pero aún así, nunca está de más comentar algo de lo que ha sido de mí desde que me fui de Gran Canaria.
Desde aquel día ya no escribo ninguna entrada. Me recomendaron un tema hace poco, pero mi blog va por partes. No voy a soltar bilis coagulada en cada entrada que escribo, lo mejor es dosificarla. Sobre todo es malo si escribo entradas pensando en gente de la carrera que me cae fatal, pues puedo caer en la subjetividad y… todas esas cosas que a la audiencia le repatea.

En fin, empezamos. Cuando llegué a Andalucía, por allá en octubre estaba abrumado, triste, desamparado. Echaba de menos a mucha gente en Canarias, pero al menos me entretenía con las clases. Empezar fue algo duro, pues la bicicleta que me había dado mi tío era una mierda, y todos los días tenía que irme a la facultad en Cádiz para tener clases a las ocho, y eso conllevaba tener que levantarse a las 5 y media en Jerez, y coger el tren para allá a las seis y media.

Las clases no tenían mucha diferencia con aquellas que me dan en Las Palmas. Pero ahora me doy cuenta de que será duro volver a mi Universidad de Origen. Cádiz y Jerez me encantan, pero no por la formación, sino por la gente. He tenido suerte de encontrar a un sujeto en mi clase con mis mismos gustos, pero con un don de “gentes” envidiable, y a partir de ahí fui conociendo más y más personas. Me daba cuenta de que cuando acabara este año, quizá también lloraría por los que tenga que dejar aquí.

El ritmo de las clases era pausado y tranquilo, dejaba perfectamente paso a dos días de clases por semana, y tres de prácticas. Los exámenes, la mayoría son por la tarde, y casi todos de tipo test —aunque el de nefrología tuve que escribir un poco—. A pesar de que un amigo me dijera que si no esta es la peor facultad de medicina, estaría dispuesto a seguir estudiando la carrera en este lugar. Y de todos modos… ¿Qué es lo que uno entiende por una mala facultad de medicina? Se supone que las facultades no son buenas y malas de por sí, sino que la hace sus profesores y alumnos. Un mayor nivel de exigencia no siempre es sinónimo de salir mejor preparado. A veces, las cosas son muy diferentes. De todos modos, no es eso yo lo que buscaba cuando tenía pensado dejar Gran Canaria por un año.

En cuanto compañeros de piso, tuve un sudamericano —no sé porqué, siempre acabo con sudamericanos como compañeros de piso, en Inglaterra tuve a dos colombianos—. Era cervecero como él solo, hablaba muy rápido, y utilizaba a destajo todas esas expresiones y frases hechas que hacen de un mexicano, un mexicano. Aún así el chico me contó que hay muchas formas de hablar y dialectos en su tierra, cosa que me pareció normal al ser México un país realmente inmenso. Salimos un día, y me dejó plantado otro, dejándome con un recuerdo más bien mixto de él, pero aún así, bueno después de todo.

A finales de diciembre se cambió de residencia, dejándome a mí solo a cargo de la casa, y desde enero, que volví de estar en mi isla por navidades, sigo vivo y coleando, sobreviviendo a un episodio de rinoconjuntivitis alérgica. Tengo amigos en la facultad, y fuera de ella, pero se mueven mucho y no tengo tiempo para verme con ellos. Tengo también en otros lugares, como en Extremadura, Barcelona, Valencia, y Madrid. Además de mi familia, que me espera en un pueblo cercano a Sevilla, que es a donde acudiré esta semana santa que viene.

Un evento importante a finales de octubre que minó mi salud y mi paciencia fue el accidente que tuve yendo a prácticas al hospital de Jerez. El pie se me dobló y tuve un pequeño esquince que me dejó en cama-silla durante unos 10-12 días. Tardé unos 20 días y poco más en recuperarme del todo del dolor y que mi pierna derecha volviera a estar operativa para caminar y dar patadas culares. Pero al menos, me sirvió para tener una ligera idea de cuán descentralizado está el sistema nacional de Salud Español, y que el SAS es una mierda —no así las personas que lo integran—.

De todos modos, esto parece resumir muy poco lo que he experimentado en la península. Han sido tantas cosas las que han sucedido, que las que está por suceder, que tengo la sensación de que no seré el mismo cuando vuelva a Gran Canaria.

Solo tengo que agradecer desde aquí a dos personas, que fueron aquellas las que me animaron a seguir intentándolo, y a elegir Cádiz como destino del Séneca. Que me apoyaron cuando, en vez de afrontar las situaciones como un hombre, estaba lloriqueando en una esquina como un marica. Muchas Gracias.

Queda inaugurada esta nueva temporada de ¡Fría medicina!