Hace
mucho tiempo que no escribo. Pero aún me llegan comentarios de algunas entradas
de hace tiempo. Razón de más para escribir una entrada, sobre todo si también
estamos en vísperas de un examen de Salud Pública que no he podido estudiar
bien gracias a la fiebre del heno que me ha dado en los últimos días (y el
salón de Manga de Jerez).
Pese a
todo, os sigo invitando a que entréis a mi blog y sigáis comentando. Muchos de
mi Universidad no han tenido ninguna oportunidad de saber de mí desde hace
mucho tiempo. Si alguno tiene curiosidad por saber cómo me está yendo por aquí,
igual puede seguirme en twitter (@patercomunit), o en mi facebook. Pero aún
así, nunca está de más comentar algo de lo que ha sido de mí desde que me fui
de Gran Canaria.
Desde
aquel día ya no escribo ninguna entrada. Me recomendaron un tema hace poco,
pero mi blog va por partes. No voy a soltar bilis coagulada en cada entrada que
escribo, lo mejor es dosificarla. Sobre todo es malo si escribo entradas
pensando en gente de la carrera que me cae fatal, pues puedo caer en la
subjetividad y… todas esas cosas que a la audiencia le repatea.
En fin,
empezamos. Cuando llegué a Andalucía, por allá en octubre estaba abrumado,
triste, desamparado. Echaba de menos a mucha gente en Canarias, pero al menos
me entretenía con las clases. Empezar fue algo duro, pues la bicicleta que me
había dado mi tío era una mierda, y todos los días tenía que irme a la facultad
en Cádiz para tener clases a las ocho, y eso conllevaba tener que levantarse a
las 5 y media en Jerez, y coger el tren para allá a las seis y media.
Las
clases no tenían mucha diferencia con aquellas que me dan en Las Palmas. Pero
ahora me doy cuenta de que será duro volver a mi Universidad de Origen. Cádiz y
Jerez me encantan, pero no por la formación, sino por la gente. He tenido
suerte de encontrar a un sujeto en mi clase con mis mismos gustos, pero con un
don de “gentes” envidiable, y a partir de ahí fui conociendo más y más
personas. Me daba cuenta de que cuando acabara este año, quizá también lloraría
por los que tenga que dejar aquí.
El
ritmo de las clases era pausado y tranquilo, dejaba perfectamente paso a dos
días de clases por semana, y tres de prácticas. Los exámenes, la mayoría son
por la tarde, y casi todos de tipo test —aunque el de nefrología tuve que
escribir un poco—. A pesar de que un amigo me dijera que si no esta es la peor
facultad de medicina, estaría dispuesto a seguir estudiando la carrera en este
lugar. Y de todos modos… ¿Qué es lo que uno entiende por una mala facultad de
medicina? Se supone que las facultades no son buenas y malas de por sí, sino
que la hace sus profesores y alumnos. Un mayor nivel de exigencia no siempre es
sinónimo de salir mejor preparado. A veces, las cosas son muy diferentes. De
todos modos, no es eso yo lo que buscaba cuando tenía pensado dejar Gran
Canaria por un año.
En
cuanto compañeros de piso, tuve un sudamericano —no sé porqué, siempre acabo
con sudamericanos como compañeros de piso, en Inglaterra tuve a dos colombianos—.
Era cervecero como él solo, hablaba muy rápido, y utilizaba a destajo todas
esas expresiones y frases hechas que hacen de un mexicano, un mexicano. Aún así
el chico me contó que hay muchas formas de hablar y dialectos en su tierra,
cosa que me pareció normal al ser México un país realmente inmenso. Salimos un
día, y me dejó plantado otro, dejándome con un recuerdo más bien mixto de él,
pero aún así, bueno después de todo.
A
finales de diciembre se cambió de residencia, dejándome a mí solo a cargo de la
casa, y desde enero, que volví de estar en mi isla por navidades, sigo vivo y
coleando, sobreviviendo a un episodio de rinoconjuntivitis alérgica. Tengo
amigos en la facultad, y fuera de ella, pero se mueven mucho y no tengo tiempo
para verme con ellos. Tengo también en otros lugares, como en Extremadura,
Barcelona, Valencia, y Madrid. Además de mi familia, que me espera en un pueblo
cercano a Sevilla, que es a donde acudiré esta semana santa que viene.
Un
evento importante a finales de octubre que minó mi salud y mi paciencia fue el
accidente que tuve yendo a prácticas al hospital de Jerez. El pie se me dobló y
tuve un pequeño esquince que me dejó en cama-silla durante unos 10-12 días.
Tardé unos 20 días y poco más en recuperarme del todo del dolor y que mi pierna
derecha volviera a estar operativa para caminar y dar patadas culares. Pero al
menos, me sirvió para tener una ligera idea de cuán descentralizado está el
sistema nacional de Salud Español, y que el SAS es una mierda —no así las
personas que lo integran—.
De
todos modos, esto parece resumir muy poco lo que he experimentado en la península.
Han sido tantas cosas las que han sucedido, que las que está por suceder, que
tengo la sensación de que no seré el mismo cuando vuelva a Gran Canaria.
Solo
tengo que agradecer desde aquí a dos personas, que fueron aquellas las que me
animaron a seguir intentándolo, y a elegir Cádiz como destino del Séneca. Que
me apoyaron cuando, en vez de afrontar las situaciones como un hombre, estaba
lloriqueando en una esquina como un marica. Muchas Gracias.
Queda
inaugurada esta nueva temporada de ¡Fría medicina!
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