jueves, 10 de marzo de 2011

Vida Estudiantil: Bocaseca microbiología!


Esto era un 9 de marzo de 2011, me levanté por la mañana. Como siempre, desayuné delante del portátil mientras miraba el correo, el blog, y el periódico virtual “20 minutos” para mantenerme bien informado. Todo parecía normal aquel día de mañanas supuestamente libres —donde quedarían las prácticas de radiología, y yo esta asignatura la hice el año pasado—, pero una cosa había bien diferente.

Tras un periodo de relax, un pequeño almuerzo, y unas charlas con mi cómplice llegué al lugar indicado, dónde se concentraban las pocas personas que habían podido pasar los dos primeros e infernales parciales de microbiología, y ahora nos estábamos enfrentando a un examen oral: el final.

Personalmente, yo había aprobado con un poco de dificultad estos parciales, el primero de ellos logré sacar más de un cinco, pero para que me lo aprobaran debía de sacar más de un cinco en el más sustancioso, que era el segundo: bacteriología. Pues llegó entonces que me aprobaron los dos y con un poco de suerte pude acudir al oral.

Mi clase, característicamente no se anda con tapujos, y de muy buenas maneras la gente no se esfuerza sólo en ir al límite sino de llevar a los demás también y dejar este examen final bien cerca de los últimos seminarios sólo para tener más tiempo para el último de patología. Menos mal que al menos, en esta asignatura de la que os hablo, tenemos profesores que saben pensar con claridad, no cómo lo haría un estudiante de medicina con mucho dinero y memoria.

Pues nada, allí estábamos. Los tres profesores no se hicieron esperar, estaban dispuestos a realizarnos el examen,  y nos hicieron entrar a todos, dándonos la posibilidad de grabarnos así como de quedarnos allí dentro y escuchar al compañero que iba a ser examinado.

En un acto de compañerismo —todos lo agradecimos— todo el mundo salió afuera, y allí esperamos impacientes a que llegase nuestro turno, que iba por orden.

Finalmente, me llegó el turno. Nada más entrar uno de ellos (al que llamaré Doctor Voz Potente) me cuestionó lo siguiente:

—¿Tú eres Fernández González?

—No, soy Francisco González — contesté confundido.

—Pues eso: González. Siéntate, siéntate aquí —. Había una silla justo delante de una mesa rellena de hojas, a mi izquierda se encontraba todo el proyecto docente, también una hoja con los huevos principales de todos los helmintos (parásitos llamados comúnmente gusanos). Delante tenía a los tres, todos muy serios: al Gracioso con playeras, Voz Potente al centro, y con una mirada solemne, la esposa de Maese Betancor.
El buen hombre meció las pequeñas pelotitas de madera, sacadas de un bingo y colocadas en una pequeña cajita. Cogí una de ellas casi como un autómata y en ella ví el número 48: el tema de los nematodos.

—Nematodos… —dije, como si quisiera confirmarle a mi mete en lo que tenía que pensar.

Entonces habló la señora con mirada solemne, y no dudó en preguntarme el maldito bicho:

—Bueno… dime lo que sepas sobre el "Strongyloides Stercolaris"

En aquel momento de tensión poco pude pensar sobre las generalidades que no sean las obvias.

—Pues… esto… es un nematodo… un gusano. Tiene una longitud bastante grande…

—¿Grande? ¿Cuánto de grande?

—¿11 mm.? — respondí inocentemente.

—Pues no… en realidad es bastante pequeño, la hembra mide 2 mm.

Juro que pensé que no iba a aprobar el examen y recordar nada más, pero por otro lado, en mi mente consiguió aflorar una voz que me dijo que le hablara del ciclo, que de aquel que me había preguntado, era lo que más me sabía, y así fue como se lo dije todo más o menos bien.

—¿Y qué hay del tratamiento?

—Ehm… ¿Praziguantel?

El silencio de la profesora me hizo saber que no estaba en lo cierto.

—Albendazol, Mebendazol…

—Sí… pero hay uno más específico…

En aquel momento y desde aquí le diré a todo el mundo que voy a agradecer lo que se me pasó por la mente aquel día y en ese segundo, pues sólo una palabra era la que debía responder para dar la respuesta correcta:

—Ivermectina.

La profesora lo confirmó, y el júbilo llenó mi cuerpo en aquel momento, mientras, Dr. Voz Potente me colocaba delante un folio con dos fotos. Las contesté bien y por fin terminó el sufrimiento, salí de allí con la boca seca, hecho un manojo de nervios, pero todo acabó bien al final. El profesor anunció que todos los que estábamos allí salimos airosos del examen y s oyeron algunos gritos de júbilo, entre ellos, el mío fue más alto.
Siento que necesito alcohol para celebrarlo…