martes, 4 de octubre de 2011

Vida Estudiantil: ¡Ahhh! ¡Cuarto!



Empezar otro curso de medicina es un caos total. Con cuarto, el temario empieza a centrarse en unas pocas cosillas:

- Recuerdos de conceptos de asignaturas anteriores y que se "supone" que has aprobado pero que te has olvidado completamente de ellas.

-        -  Cómo reconocer la susodicha enfermedad. Su sinónimo “guay” es la semiología. Es reconocer los síntomas y los signos que encontramos en el paciente para poder orientarnos a lo que puede tener.

-        -  Pruebas complementarias: saber cuál de las técnicas de imagen (entre miles, y muchas de ellas, caras) es la que mejor le va a nuestro paciente. Normalmente si eliges como primera prueba diagnóstica un TAC (Tomografía axial computerizada, Escáner, para los amigos), sueles llevarte muchas patadas en el culo. Muchas veces no es necesario todo esto, y simplemente con la clínica ya se te enciende la bombillita de la cabeza.

-        -  Tratamiento. Normalmente los médicos tiran de dos cosas en cuanto al diagnóstico: del sentido común, y del protocolo. Es una cosa que a veces tienes que memorizarte si o si, pues no hay tiempo para pensar mucho en urgencias.

-        -  Extra: explicaciones sobre técnicas de diagnostico en las diferentes especialidades: ECG, EDA, CPRE, e infinitos acrónimos más…

Puede parecer fácil, pero eso hay que multiplicarlo por cada especialidad que doy este año, aproximadamente 7, si somos escuetos y no nos gusta dividir más.

Como he dicho antes, empezar un curso de medicina en la ULPGC es como empezar una guerra sin tener todavía a mano las armas que vas a necesitar, el enemigo se acerca incansablemente, pero tú todavía no sabes si estás usando una espada o un consolador.

 El primer problema todos los años han sido las comisiones, unos apuntes que hacemos en colaboración con toda la clase a base de grabar a los profesores (con el permiso, o sin él, normalmente suele ser lo segundo). Sin embargo, este año los docentes han sido tan amables como para darnos los apuntes, apuntes que llegan al calibre de las 300 páginas, pero son apuntes al fin y al cabo. Otros te dan lecciones de 800, mientras que algunos te recomiendan que te memorices los propios protocolos del servicio. El Dr. Batracio, un personajillo que ya ha protagonizado entradas mías del curso pasado, ha estrenado año haciendo lo que más le gusta: proporcionando 0 material docente al alumnado, 0 facilidades; muchas dificultades: sus propias palabras, salidas de esa boca tan estirada que tiene, contradicen lo que pone en las diapositivas. Menos mal que no las da, que si no me daría por estudiar ahí y luego suspendería como un campeón… El sujeto, que supongo que desconocerá que nosotros nos ayudamos para obtener apuntes, se queja de que le pongan en un examen que el mejor diagnostico para una colecistitis sea una colonoscopia; pero eso sí, todo ello lo balbucea en clase, pero no lo deja claro a los que falten por motivo justificado.

Otro de las escenas propias de un principio de curso son los adelantos de exámenes desde sus respectivas y originales convocatorias, que están puestas para enero-febrero.  A veces pueden ser útiles, para sacarte asignaturas que más o menos son fáciles, sin embargo, no sirve de nada matarse ahora para estudiar a la carrera una que abarque mayor temario y tiempo de estudio. Un posible adelanto que sugirieron fue Cardiología. Dijeron que iba a ser un examen centrado en la parte práctica (no sé a qué se referirá con esto, pues el examen es escrito), y que sería duro. Esto último lo traduje como: “espero que tengáis preparada la vaselina”.

Eufemismos a mi… ¡Bah!