martes, 5 de noviembre de 2013

“Crush Fetish” y crueldad hacia los animales: una perspectiva Psiquiátrica.


El maltrato animal siempre ha sido un tema de controversia en la actualidad, pero no fue hasta hace poco cuando empezaron a considerarse que los animales también tenían “derechos”. Hasta entonces siempre han tenido que sufrir, en las más variadas formas, las excentricidades de una raza enferma a consecuencia de su gran capacidad cerebral, y que muchas veces, nos lleva a cometer actos reprochables tanto para ellos como para nosotros mismos.

Estas conductas comprenden comportamientos que causan un dolor innecesario o estrés al animal. El espectro es grande: desde abandonos y pequeñas negligencias en cuanto a la alimentación e higiene, hasta un maltrato directo e intencionado: la tortura y el asesinato malicioso. En la historia, el maltrato muchas veces ha sido justificado como actividad lúdica (como por ejemplo, la Tauromaquia en España), y en la guerra (usados tanto para pelear como armas suicida que portan explosivos).

Con fines científicos, los animales siempre han sido importantes para los estudios médicos, sin embargo aunque haya leyes que regulen la experimentación con animales, aún pueden cometerse ciertas injusticias y desregulaciones que son susceptibles de protesta. En este sentido, la constante guerra entre las protectoras de animales y los científicos ha sido eterna, es casi un tema tan controvertido y complejo que necesitaría una entrada diferente para poder dar información adecuada junto con mi opinión personal.

Hoy, nos centraremos en las nuevas fuentes que incentivan el maltrato animal, y sí: estoy hablando del maravilloso y a la vez horrible Internet, fuente inagotable de información que también resulta en un submundo donde la moral es abandonada por aquellos que intentan encontrar maneras de subsanar sus deseos más primitivos y menos aceptados por la sociedad de hoy.

Internet ha sido testigo de horrendos vídeos de maltrato animal, algunos que yo personalmente he visto, como el desollamiento de animales vivos en China o aquel que tuve la desgracia de encontrarme: el de unas jóvenes asiáticas aplastando un conejo con una placa de cristal. El maltrato puede verse en Blogs, en vídeos subidos a páginas parecidas a Youtube, incluso en redes sociales como Facebook. Afortunadamente, todo el material que sale a la luz es vejado y repudiado por la mayoría de los internautas, y estos mismos son los que en la mayoría de las ocasiones lo denuncian. En el campo de la psiquiatría, el maltrato animal se ha relacionado mucho con comportamientos psicóticos y el trastorno antisocial de la personalidad, tal y como indican algunos estudios1,2.

Parafilias

La parafilia es un concepto que proviene de la unión de la acepción griega “pará”: “a margen de”, y “filia”: que significa “amor”. Se entiende la parafilia como el patrón de comportamiento sexual en el que la fuente de placer no se encuentra en la cópula, sino en otras actividades que bien pueden realizarse solas o en acompañamiento del coito. Sin embargo, muchas veces no se considera parafilia a algunas conductas sexuales en tanto que no sea la única fuente de placer, esto sería como una especie de “salsa” que pudiera animar las relaciones sexuales. Además, si estas prácticas no causan daño físico, psicológico o económico a las personas que practican, tampoco se considerarían como tal.

Otro elemento importante es el consentimiento, de modo que tiene que haber un consenso en la pareja para realizar dichas prácticas, esto se hace imposible en muchas prácticas como la pedofilia, la zoofilia, la somnofilia y el froterismo; y por ello sean consideradas como parafilia patológica per se. En resumen, las prácticas son como los trastornos de personalidad, bien podrían ser pequeñas excentricidades o un enorme problema depende de cuál sea el impacto en la vida de la persona y sus más allegados.

¿Y si les digo que el ser humano ha desarrollado una parafilia respecto al maltrato animal?

Crush Fetish

Pues sí: el llamado “Crush Fetish” o “Fetiche del aplastamiento”: se trata de la excitación producida cuando alguien aplasta objetos, comida y en ciertas ocasiones: animales más grandes, incluso mamíferos. Los gustos y las preferencias en este tipo de fetichismo extraño son muy variados. Hay dos tipos de este fetichismo que se engloban en dos términos: el “soft crush” contiene vídeos más comunes en los que se aplasta objetos inanimados o pequeños insectos, mientras que el “hard crush” se realiza con animales vertebrados, muchos de ellos mamíferos domésticos como perros y gatos, usualmente cachorros (obviamente, dado que son más débiles e indefensos). Este último es el que ha creado más controversia, teniendo un impacto mayor en caso de se filtre alguno de estos vídeos para la mayoría de los internautas. El método suele ser muy simple, y los perpetradores suelen utilizar los pies o en algunas ocasiones el resto del cuerpo. Puede realizarse con tacones altos, con el pie descalzo, u otra manera a gusto del fetichista. Presupongo que la mayoría de los vídeos, sobre todo los de “hard crush”, están realizados por motivos económicos, ya que se ha estipulado que los que practican estas aberraciones reciben una buena paga por ello, cosa que confiesan al ser juzgados por las autoridades.

Las prácticas son descritas como aberrantes y de mal gusto (puedo dar fe a ello). Causan un gran impacto social en Internet, por lo que no pasa mucho tiempo hasta que finalmente los atrapa la justicia. Los actos deplorables y el sufrimiento de los animales en este tipo de prácticas lo justifica el apetito sexual del fetichista, desde un punto de vista psiquiátrico, si estas conductas se eliminan, la demanda y los casos de maltrato disminuirían notablemente.

Etiología

 Es muy difícil establecer una etiología concreta para la mayoría de enfermedades mentales, así como las parafílias perjudiciales. Si bien respecto a la pedofilia se han hecho multitud de trabajos, el fetichismo del aplastamiento es un gran desconocido para el campo de la psiquiatría y la psicología. Se ha estipulado que el fetichismo surge en la adolescencia, y se relaciona con experiencias impactantes en la vida con las que hayan conseguido algún gran cambio.

Otras teorías apuntan a la secreción de feniletilamina, hormona que tiene mucho que ver con los procesos de enamoramiento, sustituye a las secreciones de otras sustancias que en personas sin el fetiche, tras esas imágenes, provocarían sentimientos de aversión, tristeza o indiferencia.

Clínica y diagnóstico

No va más allá de la excitación sexual ante el sufrimiento del animal siendo aplastado. No existen criterios para diagnosticar esta parafilia ya que no está descrita en el DSM, al menos por ahora. Sin embargo, aunque muchas veces el fetiche en sí puede provocar malestar o suponer un problema, lo es más para aquellas mujeres que lo llevan a la práctica. Ignoro totalmente si estas están obligadas de alguna u otra manera, ya que sólo me he informado de vídeos donde parece no tener ningún remordimiento ni culpa en sus acciones, sin embargo, no es posible descartar totalmente la voluntariedad total sólo con tener acceso a un par de vídeos: de hecho, es quizá estos los que tengan una mayor repercusión social entre la sociedad internetera.

Tratamiento

La psiquiatría ofrece pocas posibilidades para la corrección de conductas y parafilias perjudiciales, si bien los fármacos antipsicóticos pueden ayudar en el tratamiento de otros síntomas psiquiátricos en caso de que los hubiere en el fetichista del aplastamiento. El acercamiento es psicológico, y la técnica de modificación de la conducta varía mucho entre una escuela u otra, sin embargo la que propone la conductivista es cuanto menos, muy interesante: se trata de la unión al estímulo provocado por el fetichismo a uno desagradable (condicionamiento aversivo).

Páginas Webs y Referencias



(1) Henry, B. (2004). The relationship between animal Cruelty, delinquency, and attitudes toward the treatment of animals. Society & Animals, 12(3), 185-207.

(2) Gleyzer, R., Felthous, A. & Holzer, C. (2002). Animal Cruelty and Psychiatric Disorders. J. Amercian Academic Psychiatry Law, 30 (2), 257-265.