jueves, 4 de abril de 2013

Mangas que leo: Oda a Kirihito




Osamu Tezuka. Ese gran desconocido nombre para una generación de otakus narutareros que pillan el primer shonen de trescientos que aparecen en las revistas más famosas, como la “shonen jump”, y lo toman como el manga que lo empezó todo. Pero como suele pasar en la política, muchas veces no siempre resulta ser más bueno aquello que elige la mayoría, y si la mayoría se pasa por la superficie axilar uno de mejores autores de manga que ha conocido el mundo, yo prefiero alejarme de ellos.

Tezuka no creía estar revolucionando al mundo cuando trabajaba con su pluma. Simplemente, hacía lo que más le había gustado de pequeño, dibujar. Y por ello, de su mano solo podían salir obras de arte. Su talento daría nacimiento en Japón una nueva forma de hacer animación, y al primer “anime” a color que se transmitiría por las televisiones japonesas y de todo el mundo — Estoy hablando de “Kimba, el león blanco”—.

Una de las que voy a comentar, tiene el nombre de “Oda a Kirihito”, y de todas ellas, esta quizá pertenezca a uno de sus mangas menos conocidos, que se acabó perdiendo en el olvido, eclipsado por obras como Black Jack (que comentaré en más adelante, cuándo me las vea), Astroboy, o Metrópolis.
 Mi bautizo con este autor viene de la mano de un drama médico, una historia adulta pero caricaturesca en la que el autor se mete con la medicina y el ser humano. Una crítica mordaz, consistente, a una profesión deshumanizada, y al racismo.

Argumento.


El protagonista de esta historia, Osanai Kirihito. Un médico de medicina interna que se enfrenta con su mentor en un esfuerzo por determinar cuál es la razón de una terrible enfermedad —llamada enfermedad de Monmow—, al parecer, endémica, que tiene lugar en un pueblo casi hermético, y que convierte a los pacientes en perros, o algo parecido a una bestia o a un animal. Empieza con terribles dolores de cabeza, y una consistente deformación del cuerpo con acortamiento de huesos, hirsutismo, e hipoplasia de mandíbula. Al final, el afectado acaba por tener unos irrefrenables deseos de comer carne cruda y sanguinolenta, para por último, morir de insuficiencia cardiaca.

Su mentor, el doctor Tatsugaura, está convencido que la enfermedad podría ser infecciosa, provocada por un virus. Sin embargo, Osanai no cree que en realidad esto fuera así, y se embarca en un viaje en busca de la verdad, sin saber que, desde hace mucho, muchos conspiran contra él.

En el pueblo, acaba conociendo a Tazu, una chica con la que es obligado a casarse, a pesar de lo que en su hogar le espera su prometida original. Los pueblerinos le encierran por alguna razón, y él acaba contrayendo la enfermedad. De alguna manera, esta se paraliza, dejándolo deformado de por vida, teniendo que ocultar su rostro perruno para no causar revuelo entre las personas, pero aún con alguien con quien confiar.

Días más tarde, mientras intentaba escapar del pueblo con Tazu, ella es violada y asesinada. Y Osanai, decide continuar un viaje sólo, en busca de venganza, donde conocerá a distintos personajes que reaccionarán de distinta forma al verle, donde será vejado y humillado por su enfermedad y a pesar de ello, continuando siendo médico para los que más lo necesitan.

Personajes.

Una variedad impresionante para una historia tan corta. Cada uno con su propia personalidad, tanto es así que es difícil encuadrarlos a todos en un estereotipo de “malo” o “bueno”. Hasta el ricachón chino, cruel y despiadado, un hombre que no duda en desparramar su dinero en espectáculos alocados, se humaniza, y podemos llegar a comprender porque actúa de tal manera. Personajes que aparentemente intentan ayudar al protagonista, luego no parecen tan amigables. Y el propio Osanai, víctima de una desestructuración psicológica, cae en la terrible impotencia, de no poder salvar a nadie. Esto sólo son algunos ejemplos de la magnificencia del autor a la hora de crear verdaderas personalidades con una pluma.

Dibujo.


“El dios del Manga” es un titulo que ha sido reservado para este hombre, y ningún otro lo podrá ostentar. El dibujo de Osamu era tan magnífico y renovador que creó escuela, pero que aún, hoy día, sorprende. En esta historia el estilo caricaturesco se mezcla a la perfección con una historia oscura y seria. Capaz de hacernos reír, o de sentirnos mal.

Los escenarios de un rico detallado atrapan al lector. Los perfectos dibujos de la anatomía humana en las operaciones son increíbles, deduciéndose por lo tanto que Osamu utilizó mucho para su talento del conocimiento que le dio la medicina. Las estructuras anatómicas, junto a las explicaciones perfectamente correctas. Osamu nunca necesitó de un asesoramiento externo para explicar, con sumo detalle, procedimientos y enfermedades.

Consta mencionar, por otro lado, las ricas metáforas relacionadas con el sexo y la religión católica —sobretodo representado con una monja que contrae la enfermedad—.

Crítica.


Sin duda uno de los puntos más fuertes del manga es la crítica al sistema de salud Japonés, a la discriminación, el racismo, y la más baja condición humana.

En la obra se distinguen multitud de personajes que se refieren a los japoneses como “amarillos”, y otros, que sólo ven en los enfermos de Monmow bestias terribles que deben ser masacradas. Es curioso como muchas veces el protagonista enfermo se ve obligado a gritar que es un ser humano, mientras le pegan palos de todas partes, y lo tratan como un vulgar animal.

En el transcurso de la historia, se ven muchas actitudes deleznables, como considerar que la enfermedad no afecta a caucasianos. El doctor Tatsugaura, jefe de servicio de medicina interna de un famoso hospital universitario, no acepta segundas opiniones de estudiantes. Toma la enfermedad y a sus pacientes, como un medio para catapultarse hacia la fama y el prestigio. Al final, acaba traicionando a su mentor, alejándolo de la medicina por tener una enfermedad mental, y llevando a su eterno rival, Osanai, al más absoluto infierno.

Conclusiones.

Oda a Kirihito 13a Página 7
Muchas veces los personajes se ven en situaciones de auténtica impotencia.

Aunque poco conocida. “Oda a Kirihito” ha sido un genial manga para iniciarse en el mundo de Osamu, que sin duda disfrutaré como un enano. Ganas tengo de coger un poco de tiempo para probar sus obras más apetitosas, pero tiempo al tiempo. Esto sólo ha sido el primer mordisco de un pastel más grande, así que os invito a entrar en el mundo de Tezuka, donde, como la medicina y la vida, todo no puede ser de color de rosa. 

miércoles, 20 de marzo de 2013

Vida estudiantil: De Séneca por la vida


Sample

Hace mucho tiempo que no escribo. Pero aún me llegan comentarios de algunas entradas de hace tiempo. Razón de más para escribir una entrada, sobre todo si también estamos en vísperas de un examen de Salud Pública que no he podido estudiar bien gracias a la fiebre del heno que me ha dado en los últimos días (y el salón de Manga de Jerez).

Pese a todo, os sigo invitando a que entréis a mi blog y sigáis comentando. Muchos de mi Universidad no han tenido ninguna oportunidad de saber de mí desde hace mucho tiempo. Si alguno tiene curiosidad por saber cómo me está yendo por aquí, igual puede seguirme en twitter (@patercomunit), o en mi facebook. Pero aún así, nunca está de más comentar algo de lo que ha sido de mí desde que me fui de Gran Canaria.
Desde aquel día ya no escribo ninguna entrada. Me recomendaron un tema hace poco, pero mi blog va por partes. No voy a soltar bilis coagulada en cada entrada que escribo, lo mejor es dosificarla. Sobre todo es malo si escribo entradas pensando en gente de la carrera que me cae fatal, pues puedo caer en la subjetividad y… todas esas cosas que a la audiencia le repatea.

En fin, empezamos. Cuando llegué a Andalucía, por allá en octubre estaba abrumado, triste, desamparado. Echaba de menos a mucha gente en Canarias, pero al menos me entretenía con las clases. Empezar fue algo duro, pues la bicicleta que me había dado mi tío era una mierda, y todos los días tenía que irme a la facultad en Cádiz para tener clases a las ocho, y eso conllevaba tener que levantarse a las 5 y media en Jerez, y coger el tren para allá a las seis y media.

Las clases no tenían mucha diferencia con aquellas que me dan en Las Palmas. Pero ahora me doy cuenta de que será duro volver a mi Universidad de Origen. Cádiz y Jerez me encantan, pero no por la formación, sino por la gente. He tenido suerte de encontrar a un sujeto en mi clase con mis mismos gustos, pero con un don de “gentes” envidiable, y a partir de ahí fui conociendo más y más personas. Me daba cuenta de que cuando acabara este año, quizá también lloraría por los que tenga que dejar aquí.

El ritmo de las clases era pausado y tranquilo, dejaba perfectamente paso a dos días de clases por semana, y tres de prácticas. Los exámenes, la mayoría son por la tarde, y casi todos de tipo test —aunque el de nefrología tuve que escribir un poco—. A pesar de que un amigo me dijera que si no esta es la peor facultad de medicina, estaría dispuesto a seguir estudiando la carrera en este lugar. Y de todos modos… ¿Qué es lo que uno entiende por una mala facultad de medicina? Se supone que las facultades no son buenas y malas de por sí, sino que la hace sus profesores y alumnos. Un mayor nivel de exigencia no siempre es sinónimo de salir mejor preparado. A veces, las cosas son muy diferentes. De todos modos, no es eso yo lo que buscaba cuando tenía pensado dejar Gran Canaria por un año.

En cuanto compañeros de piso, tuve un sudamericano —no sé porqué, siempre acabo con sudamericanos como compañeros de piso, en Inglaterra tuve a dos colombianos—. Era cervecero como él solo, hablaba muy rápido, y utilizaba a destajo todas esas expresiones y frases hechas que hacen de un mexicano, un mexicano. Aún así el chico me contó que hay muchas formas de hablar y dialectos en su tierra, cosa que me pareció normal al ser México un país realmente inmenso. Salimos un día, y me dejó plantado otro, dejándome con un recuerdo más bien mixto de él, pero aún así, bueno después de todo.

A finales de diciembre se cambió de residencia, dejándome a mí solo a cargo de la casa, y desde enero, que volví de estar en mi isla por navidades, sigo vivo y coleando, sobreviviendo a un episodio de rinoconjuntivitis alérgica. Tengo amigos en la facultad, y fuera de ella, pero se mueven mucho y no tengo tiempo para verme con ellos. Tengo también en otros lugares, como en Extremadura, Barcelona, Valencia, y Madrid. Además de mi familia, que me espera en un pueblo cercano a Sevilla, que es a donde acudiré esta semana santa que viene.

Un evento importante a finales de octubre que minó mi salud y mi paciencia fue el accidente que tuve yendo a prácticas al hospital de Jerez. El pie se me dobló y tuve un pequeño esquince que me dejó en cama-silla durante unos 10-12 días. Tardé unos 20 días y poco más en recuperarme del todo del dolor y que mi pierna derecha volviera a estar operativa para caminar y dar patadas culares. Pero al menos, me sirvió para tener una ligera idea de cuán descentralizado está el sistema nacional de Salud Español, y que el SAS es una mierda —no así las personas que lo integran—.

De todos modos, esto parece resumir muy poco lo que he experimentado en la península. Han sido tantas cosas las que han sucedido, que las que está por suceder, que tengo la sensación de que no seré el mismo cuando vuelva a Gran Canaria.

Solo tengo que agradecer desde aquí a dos personas, que fueron aquellas las que me animaron a seguir intentándolo, y a elegir Cádiz como destino del Séneca. Que me apoyaron cuando, en vez de afrontar las situaciones como un hombre, estaba lloriqueando en una esquina como un marica. Muchas Gracias.

Queda inaugurada esta nueva temporada de ¡Fría medicina!

jueves, 19 de julio de 2012

Animes que odio (1)

Buenas a todos los lectores. Aviso que esto es un blog que, aunque tiene muy pocas actualizaciones, sigue vivo. Intentaré hacer un esfuerzo poco a poco y poner una entrada cada semana. Probablemente estéis extrañados del tema que nos ocupa hoy en mi blog, y es normal, pues no muchas veces hablo de anime, un hobby que últimamente está calando cada vez menos en mí. No me obliguéis a hablar de medicina, pues es de lo último que quiero hablar, al menos hasta que llegue agosto.

Nostalgia.

El "anime" es el nombre con el que se conoce a la animación nipona, que ha calado de manera muy significativa en todo el mundo. Básicamente ya hay muchas personas que sean ajenas a este tipo de animación, y cada vez menos. Os recomiendo que atendáis a la definición de la RAE, carca, superficial, y sobre todo, incorrecta; que hace poco que la corrigieron. Es curioso que los miembros de la RAE la hayan incluido por sugerencias externas, significa que todavía nos queda mucho por abrirnos de mente —que no de patas—. La primera definición la sustituyeron por una más básica: "comic japonés", pues haber empezado por ahí, cabrones, porque con la primera definición solo demostráis lo mal que se os da informarse.

El caso es que yo, en mis tiempos de mozo infantiloide —cuando cursaba la ESO. Sí, yo era inocente por entonces— devoraba animes uno tras otro, como suele hacer los llamados "otakus" ahora. Me encantaban sobretodo de tinte romántico, como por ejemplo "Chobits", "Video Girl Ai", "Love Hina" son algunas que recuerdo. De acción, me gustaba "Dragon Ball", "Trigun". Poco después me fui adentrando en el terreno de la fantasía, descubriendo grandes series como "Slayers" —aquí en España: "Reena y Gaudy"—; "Gokudo Kun No Manyuki" conocida aquí como Jester el Aventurero. El anime de tipo futurista tampoco se me escapaba de las manos, siendo "Outlaw Star" y "Cowboy Bepop" algunos de los que siempre recordaré. Y cómo no, los de "adoptar monstruitos", como por ejemplo, "Digimon" y "Pokemon".

 Casi todo el anime que empecé a ver lo echaban por un canal llamado BUZZ. Gracias a dios que un día a mi madre le dio por poner la tele de pago. Desde entonces no se puede vivir sin tener tantos canales. En cuanto a BUZZ, no sé qué rayos pasó con él, un buen día dejó de echar anime, y comenzó con series estúpidas y americanadas sin sentido hasta que desapareció. Según la wiki, el internet tuvo la culpa. De hecho, es mejor ver series por internet donde te puedes descargar la serie completa y verla de un tirón, en dos días; pero bueno, verla en la televisión también tenía cierta gracia.

Y YA TENGO 21 TACOS... claro, el tiempo no pasa en balde. Mucho ha llovido por Japón, desde la época en la que estudiaba la ESO, y ahora, en pleno limbo entre 4º y 5º de medicina, soy totalmente incapaz de entender.

PORQUE SI PASAMOS DE ESTO:





A ESTO:


ES QUE ALGO ESTA YENDO MUY MAL EN ESTE MUNDO.

O yo estoy haciéndome muy viejo —quisiera que los ávidos lectores que se atrevan a leer esto me lo confirmen—.

Se inaugura así una nueva sección que voy a poner en práctica: "Animes que odio" o mejor dicho, los que me producen cierta frustración. Vamos a empezar por el primero...

SHIT SOUL EATER.

Primera basura animada a comentar. Es curioso, porque no me he visto ningún capítulo de los 52 que hay. Es increíble que de tal ñordo de argumento se puedan hacer tantos episodios, pero claro, de algo tienen que comer los japoneses que hicieron esta basura, y por lo visto les ha salido bien la faena. De todos modos, tampoco pensaba perder mi tiempo en ver un anime que ni siquiera sabe cuidar su animación, aunque no creo que sea su culpa, porque el estilo de el susodicho autor del manga consta en innovar. Innovar dibujando con el agujero del culo y creando personajes tan esperpénticos que bien podrían organizar un circo de payasos.

Argumento.

Normalmente los "Shonen" suelen carecer de un argumento maduro y sólido, salvo contadas excepciones. Asistimos a un colegio extraño y sobrenatural de "nosequé" mierda de Shinigamis. Los pobres entes que alguna vez se usaron para representar la muerte en el folklore japonés da para mucho. Una de las muchas diferencias de los shinigamis originales con los de este esperpento, es que estos se dedican sólo a segar las vidas de los humanos que van por el mal camino, que se convierten en una especie de aberraciones creadas por la mente perversa del autor.  Total, que para graduarte en Hogwarts Shinigami tienes que absorber 99 almas de humanos malos y 1 alma de una bruja, para redondear. No sé si se explica el porqué de esto, y lo que es una bruja exactamente en este universo, tampoco me importa. El caso es poner a una panda de gilipollas a matar monstruos malvados con sus "superhabilidades", algún giro argumental para mantener el poco interés, y va que chuta. Lo que más me alegra, obviamente, es que no han sacado una segunda temporada, sino un innecesario "remake". Y espero que siga siendo así...

Diseño de personajes.

Es la parte de la serie que más me hace llorar. El estilo de dibujo de Soul Eater es aclamado por ser "animado" y "diferente", pero para mí, esto es un paso atrás en la animación. El diseño de personajes es de lo más extravagante y sin sentido, es una puta mierda: el payaso del McDonalds está mejor diseñado que todos los personajes de Soul Eater. Y lo peor de todo, no hace falta verse la maldita serie para darte cuenta.

 Aquí os pongo a los personajes princiapales:

La coletuda protagonista, Maka Albarn. A veces se vuelve loca, lo que hace que su cuerpo y su cara mute de forma considerable, recibiendo el primer premio a las más esperpénticas muecas que hacen que esta serie provoque cáncer de retina. Lleva consigo una guadaña que es más grande que ella. Como personaje estereotipado que se precie, de algún lugar tiene que sacar la fuerza para vencer al enemigo en el momento menos esperado, esta lo saca de una habilidad llamada "sangre negra". Al principio puedes pensar que se trata simplemente de un nombre y en realidad se trata de una habilidad de tipo espiritual, que es en lo que se basa toda esta mierda, pero no... los tipos que crearon este tufo van en serio, y osan meterse con la Medicina:

Y ESTO QUE COÑO ES? ¿Un glóbulo negro? ¿En qué demonios estaban pensando? La oxiHb es lo que le da la pigmentación roja de la sangre ¿Qué es lo que le da la pigmentación negra? Buf... en fin, habría que poner en el DSM-V que tener glóbulos negros en la sangre te vuelve loco e indestructible.


La verdadera hija de Nicholas Cage.

Soul. Este bobo se supone que es uno de los que se convierte en el ¿arma de Maka?. Digamos que es el putón de Maka.  Aquí arrancamos con la originalidad del autor del manga: Se trata de un dandi asqueroso, albino, de ojos cuadriculados y rojos. Lleva una bandana, y a tenor de algunas imágenes, más que rodeándole la cabeza, parece que la lleve pegada con "poxipol". Por supuesto, esta prenda lleva su nombre escrito, no estoy muy seguro si es para que no se le olvide a él, o a la gilipollas de su ama. A juzgar por las expresiones exageradas, porque muchas veces abre la boca para enseñar una dentadura de tiburón, y practica el canibalismo de almas, toma metilendioxipirovalerona.

¿Qué cojones es ese surco del labio inferior?¿Babea? ¿Tiene trisomía 21? ¿Se corto el labio? DIOS, COMO ODIO ESTA PUTA SERIE.

Death the kid. Paso de comentar el nombre antes de que mi cerebro se colapse con tanta imaginación. Este niñato maricón es el hijo de la muerte, que en esta serie pasa de ser nuestra típica calavera ataviada con una capucha negra, a una especie de amalgama de rayas y picos hechos con una regla, una máscara mal hecha, y una mano gigante cuadriculada que parece hecha de papel o de cartón. Bueno, de hecho, la muerte parece haber renacido del garabato de un niño de guardería.


¡HIJO, TU DIBUJITO ACABA DE COBRAR VIDA! 

Buf... en fin. En cuanto a Death, es el típico personaje que le toca hacer de serio y frío en la serie. Lo adornan con un TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) basado en una obsesión con la simetría que le hace ponerse dos anillos idénticos en los anulares de ambas manos y vestir ropa totalmente simétrica, pero claro, se le acabó la pintura blanca para acabar de decorar su horroroso pelo con esas TRES RAYAS BLANCAS. Eso no es simetría "kid" ¿A qué coño esperas para tirarte un tiro en la cabeza?

 Como podemos observar, su "napia" tampoco es simétrica. Me gustaría ver cómo soluciona el hecho de que su huevo izquierdo es más grande que el derecho y cuelga más. ¿Castración, a lo mejor?

Black star. El tercero del trío del circo. Da risa sólo con verle la cara de tonto y la pelambrera que intenta emular una estrella. Para colmo, el nombre lleva un simbolito de una estrella —que paso de copiar y pegar— y lleva tatuada una estrella en el hombro derecho. Su arma tiene forma de una tía tetuda. Es el típico garrulo narcisista y arrogante, un "attention whore" en toda regla. Se dedica a medirse la polla con cualquiera, y especialmente con el niñato simétrico, que a pesar de estar castrado la tiene más grande que él. Su especialidad más notoria es la de gemir cosas como "¡Yahoo!".

 ¡Venid todos a chupármela un poco!

Y como guinda, otra foto para rematar la idea:



Por dios... pero... ¿QUE TORTURA ES ESTA? El gilipollas peliblanco con la bandana pegada en la cabeza y la camisa también con su nombre, para estar más seguro; el maricón simétrico a punto de sufrir un ataque de ansiedad por tener la corbata desabrochada, la coletuda "cambiacaras"...¿ y qué es eso que veo a la derecha?

¿Un hombre? ¿Una mujer? Está tan mal dibujado que es difícil de adivinar. Lleva dos flequillos enrollados delante del pecho, si es una tía, estoy seguro que no ha leído el "Cuore" para informarse sobre los peinados que se llevan. Y el/la de atrás ¿Es un cura? Sea lo que sea, por la facies característica y la ptosis parpebral debe de ser hipotiroideo...

AAAAAAAHAHAHAAHHHHHHHHHHGGR.

No voy a comentar a fondo el diseño de un personaje más de esta trozo de estiércol, así que pondré unas fotos más para que ustedes mismos lo vean y se acabó:

Un nerd volador con sus alerones encima de las orejas. 

Un sicario gordote, con ojeras semicirculares y trigonocefalia.
¿ESTO ES UNA BRUJA?
¿UNA VAQUERA?
HASTA SALE UNA MOMIA. Esto supera mis expectativas... 
Dos gnomos morenos.
¡¡UN FRANKESTEIN CACHAS!! Ruego que atiendan al descomunal tornillo que le atraviesa la parietal de lado a lado.
Y de invitado especial: el mayordomo de Artemis Fowl
Creo que he subestimado esta serie... ¡Hasta la próxima entrada!

miércoles, 28 de marzo de 2012

Contando algunas anécdotas...





Mis andanzas por el hospitalito distan de quedarse más estáticas, y obviando algunas por las que pasé casi como si fuera un fantasma, aquellas que no me han dejado para nada indiferente han sido las de digestivo y todos sus derivados (endocrino, cirugía general, nutrición) de las cuales, hablaré por aquí casi resumidamente.

 Las prácticas de nutrición fueron un caos, al menos para mí, que muchas veces soy más despistado como nadie, y acabé en endocrinología y nutrición.

El hombre que las imparte se trata del jefe de servicio de la UMI, allá en la planta sexta del Negrín, de color gris y casi inhabitada, más sólo por enfermos moribundos y por profesionales con pijama que confundes con cirujanos, pero que no lo son. El hombre no parece que sea el jefe de servicio, y todas las mañanas, en las sesiones clínicas, él se sienta en un extremo de la mesa y escucha los casos como si se tratara de uno más.
Muchos de los personajillos allí reunidos parecen médicos y enfermeras entregados a su trabajo.
Una mañana, uno de ellos empezó a cantar una canción, una de esas que puedes escuchar en "Tenderete" para romperte los oídos. Se reveló ante nosotros como un médico chiflado, la oveja negra de la medicina intensiva, un pobre diablo que se jactaba de que si no fuera porque odiase enseñar, sería catedrático. Menudo iluso... Antes de que pudiera finalizar la sesión de aquel día, estaba deseando que ninguno de sus pacientes estuviera consciente, para así no tuviera que aguantarle.

Las prácticas continuaron, y el jefecillo de UMI nos llevó a todos a una sala aparte. Nos dio a cada uno dos productos de nutrición parenteral, asegurando antes de que estaban caducados (y así no pudiéramos solventar la falta de glucemia de la mañana).  Allí nos hablaba de kilocalorías, la dieta mediterránea y nos hizo aprendernos de memoria el peso atómico de algunos de los electrolitos más importantes de la fisiología humana, sin venir a cuento.

Sin duda alguna el mejor día fue el viernes, que visitamos la cocina del hospital. Nos asombramos con el enorme espacio que ocupaba, las plataformas robot que llevan la comida hacia las plantas y como no, el bocadillo que nos dieron al final del pequeño paseo. Yo fui el único que siguió comiendo tranquilamente, mientras comenzamos una entretenida conversación con la dietista. Además, acabé devorando dos bocadillos; el otro, de una compañera con gastrectomía mental.

Después de navidades, la cosa se endureció y comenzaron las prácticas de digestivo. Lo primero de lo que me alegré, fue de que estuvieran lo suficientemente bien organizadas como para no encontrarme en el camino a ningún otro estudiante que no sea de mi grupo, salvo que algún otro de rotatorio de sexto curso, o de Erasmus.

La primera semana fue digestivo médica. En ella me encontré a dos residentes bastantes simpáticas (tal vez tenga suerte y relate alguna guardia acompañando a una de ellas), y finalmente, a uno de los adjuntos más inverosímiles que he visto.  El médico se llevaba bien con los pacientes, era gracioso, y nos hacía arrastrar por los pasillos el dichoso carrito de historias. El hombre iba bien ataviado con traje, y no había día en el que no llevara una preciosa corbata al trabajo. Debo reconocer que me puso las cosas bastante fáciles cuando me dijo que no hacía falta venir a las sesiones clínicas, aceptando gustoso la oferta para levantarme un poco más tarde de lo habitual, aún así, llegando al hospital sobre las 8:30. Fueron días entretenidos y más suaves.

La siguiente semana, que se me hizo corta, la precedió endocrino, precedida por un doctor bastante tranquilo y con cara de tonto. Por supuesto, solo lo aparentaba, pues el sujeto es bastante inteligente y perspicaz, e incluso esconde cierta mezquindad debajo de sus gafas finas, y no, como el monstruo de cuatro ojos que habita en los quirófanos de la tercera planta. Cosa extraña es que me recuerde a otra persona, pero no sé decir cual exactamente.

El tío me mandó directamente a consultas externas, para que fuera revisando las historias de los pacientes de hoy, y apareció por allí finalmente, para durante todas las consultas, hacerme copiar por completo la historia clínica que le hacía a cada paciente, hasta que mis manos ardieran de tanto escribir. Se quejó de casi todo, de mi caligrafía, de no llamar "doña" a una chica de 15 años, y de no poder recordar la clínica del MEN tipo 1; pero al final me cayó simpático. Aprendí a manejar la báscula de los hospitales (de esas que tienes que enderezar una especie de regla con un indicador).

El día siguiente me fui a consultas externas, pero a partir de ese y los siguientes estuve acompañado por otro personaje del servicio de endocrino, al que yo llamo Dr. Felix 2 por recordarme siempre al profesor de farmacología del año pasado, pero sin la cara de mala ostia de este último. Por lo visto, aunque no viene al caso, el hombre farmacológico ha pasado de aspirante de decano de la facultad de medicina, a cazador de "trolls" de internet, como puede verse en el siguiente enlace (http://www.canariasahora.es/noticia/122233/).

Siguiendo con mis aventuras por endocrino, todo fue viento en popa durante la semana, más suave que aquel primer día haciéndole de copista al jefe del servicio. Me gustaba que el Dr. Félix 2 se molestara en explicarme al detalle el tratamiento de la diabetes, pero ocupaba muy poco tiempo para ver los pacientes. Quizá el día más característico fuera aquel en el que tuvimos que historiar a varios pacientes que llegaron debutando con diabetes, ambos relativamente jóvenes. No está de más recordar cuán doloroso tiene que ser para ellos saber que van a estar enfermos para siempre, teniendo que pincharse la dichosa hormona para su cuerpo absorba la glucosa de la sangre, y encima con más riesgos a la hipoglucemia. Valoré bastante el arrojo de los pacientes, así como el trabajo de la enfermera en informarles.

Después de aquella semana rondando por endocrinología, finalmente llegó el día en el que me las tenía que ver de nuevo con el quirófano. El aburrido quirófano que tantos dolores de cabeza me causó el año pasado, cuando acudía a hacer las prácticas al Insular. Ahora fue toda una experiencia, pues fue la primera vez que me esterilizaba las manos.

La primera vez siempre vas con un poco de nerviosismo, pero siempre acabas acostumbrándote. Hay un lugar reservado para ello justo al lado del quirófano, de cara al llamado "pasillo limpio" (dónde creo yo que se guarda todo el instrumental esterilizado), donde tienes esponja, unos surtidores de betadine y clorhexidina, y varios grifos donde puedes asearte para la operación.

El proceso tarda unos 5 a 10 minutos, e incluso 15, todo depende de lo escrupuloso que seas. Hay algunos que obvian los codos, mientras que otros recomiendan siempre lavar bien esa zona tan séptica y maldita. Es importante que al aclarar el jabón de las manos y el antebrazo, el agua siempre escurra hacia abajo, toda la suciedad, para luego mantener las manos en alto e intentar manejar todo con los codos (cerrar el grifo, y luego, abrir la puerta automática del quirófano, es más fácil de lo que parece).

Inmerso ahora en el acto quirúrgico, no hay mucho que un alumno pueda hacer, aparte de suturar con la grapadora, y extender el campo con las valvas. De todos modos, hay veces en las que incluso te sientes útil. A pesar de sólo haber sostenido el campo y haber suturado la herida, superficialmente, con una grapadora, fueron tan amables como para incluirme en el informe como uno más. Eso siempre le sube a uno el ego, o mejor dicho, la confianza en uno mismo.

La segunda operación digna de mención fue la de un pobre muchacho de "veintipocos" años con una enfermedad de Crohn —para los que no controlan, es una enfermedad inflamatoria que afecta a todo el tubo digestivo—, de una severidad bestial, con los intestinos hechos un "cristo".

Durante la operación, los dos cirujanos que operaban, bastante jocosos, me pidieron ayuda, y casi a mitad del procedimiento me lavé rápidamente y se las presté. El más veterano de ellos no quiso usar el "Ligasure", un instrumento muy utilizado entre los cirujanos, que corta y coagula a la vez, para evitar hemorragias innecesarias, alegando lo caro que era el dispositivo, y que era inútil usarlo en una operación tan banal como aquella.

Tan banal era, que después de colocar varios disertores, y al seccionar un trozo de tripa enrojecida, se formó de ahí tal fuente de sangre, que ríete tú de la fuente luminosa de Gran Canaria.
El estallido de sangre manchó a los dos cirujanos,  a mí incluido. Uno de ellos señaló la fuga interesado, preguntando:

— ¿Qué es eso, una arteria, o una vena?

— Una arteria.

Estaba más que claro, pues el chorro no era continuo, y tenía mucha presión. Lo cierto es que después de la respuesta, y de seguir mirando un poco como el campo pasaba a convertirse en una piscina sangrienta, empecé a sentir una especie de malestar que me hizo alejarme del campo e informar rápidamente de mi vergonzosa situación.

A pesar de ser un pequeño mareo, las enfermeras me trataron como si de un momento a otro fuera a caerme al suelo, me sentaron y rápidamente me quitaron la bata esterilizada. Me pasaron un paño mojado con alcohol por la frente y luego me lo hicieron oler. Era una gasa mojada con alcohol, y que usaron para "colocarme" un poco. Fueron bastante serviciales, pero al parecer innecesario.

Luego de un zumo y coger un poco de aire, me encontré mejor, y pude volver para ver terminada la operación. El hombre ya tenía hecha una amputación perineal, y ellos le terminaron de hacer una fistulectomía. Fue algo desagradable, no lo dudo, pero no me volví a marear.

Las prácticas de cirugía acabaron finalmente, y con ellas, el examen de digestivo cirugía, que contra todo pronóstico, logré aprobar por muy poco. Espero tener la misma suerte para los demás exámenes del curso, aunque puedo afirmar con seguridad que si tengo la misma suerte que tuve, me veré obligado a rezarle a alguna entidad superior.

jueves, 2 de febrero de 2012

Homosexualidad y religión


Bueno venga, el primer temita post-examinil, y encima lo empiezo después de un examen de ginecología bien completito. Antes y después del ansiado evento estuve navegando por el 20 minutos —algo que suelo hacer como mantra de relajación, leer periódicos digitales— y encontré una noticia de un ex-cura gay que salió del armario y al hacerlo tuvo que huir de sus jefes, desgraciadamente más conservadores que él en este aspecto.

Después del examen, aparentemente sin nada que hacer, acompañando a mi cómplice, decidí investigar un poco más sobre este tema, que al parecer ha sido durante un espacio corto de tiempo de algunos reporteros del 20 minutos. Algo de lo que ya se estaban quejando muchos de los trolls que pululan por el lugar.

Vamos a hablar un poco de homosexualidad.

La homosexualidad es una tendencia sexual del ser humano como cualquier otra, y que la sociedad no ha atinado bien en reconocer como algo normal. Como siempre, la Iglesia ha sido el colectivo que menos la ha aceptado y por un buen tiempo fueron perseguidos y marginados, hasta que por fin, en 1969, se celebraran las primeras marchas a favor de sus derechos.

 Aunque claro, las manifestaciones que una vez se celebraron y fueron llamadas “gay pride parade” distan mucho de las coloridas cabalgatas que se celebran hoy en día. En las marchas de ahora se enarbola la bandera arcoíris y un concepto estereotipado del homosexual.

La bandera arcoíris sustituyó al triángulo rosa, quizá, por ser el método que utilizaban los nacionalsocialistas nazis para distinguir a los homosexuales. El primer diseño fue realizado por un hombre en una marcha del 1978, y desde ahí, se popularizo para utilizarse en casi todos los eventos empezando en 1979.

Se supone que la bandera representaba, al menos para el creador original, una idea  para cada color; por ejemplo, la naturaleza está representada con el verde, la curación con el naranja, etc. La verdad es que yo le encontraría más relación esto con el movimiento “hippie” que con los homosexuales; no obstante, esta filosofía se perdió, y ahora, todo el mundo asocia un arcoíris con lo homosexual.

De hecho, la celebraciones del orgullo LGTB, ya repartidas en todo el mundo, en una sociedad donde los sectores más cultos ya lo respeta como una orientación sexual normal, han pasado a ser un excéntrico y apoteósico espectáculo, de carácter turístico, que no hace más sino amenazar la existencia del individuo homosexual, como alguien normal y corriente que vive su sexualidad como quiere. En un afán por gritar por sus derechos, y por defender su identidad —que me parece una cosa genial— muchos pecan de apartarse de la integración, y acaban, desgraciadamente, identificándose con estereotipos.

En pos a la defensa del cura reprimido homosexual.

La Iglesia siempre ha pecado de intransigente con todo aquello que amenace sus antiguos y estáticos ideales. Tan hipócrita como siempre, se preocupa más porque una pareja de chicos se besen, más que por las enfermedades venéreas que azotan África, y por inculcarle un poco de sentido común a los feligreses —no demasiado, que hay que mantener un mínimo de gente creyente para que haya religión—.

Aún así, 20 minutos nos enseña que ambos ámbitos no están muy separados entre sí, y hay algunos curas y monjas que en vez de reprimir sentimientos heterosexuales, los reprimen de sentido homosexual, como si haya alguna diferencia en eso.

En un intento por compaginar un poco su atracción física por las personas del mismo sexo, con el absurdo celibato que llevan, los muy listos llaman su estado como si de una afección psiquiátrica se tratase: “tendencia homo-afectivo-sexual” lo llaman… ¿Y los curas heterosexuales que tienen? ¿Una “tendencia hetero-afectivo-sexual”? No, claro… ellos sólo son sacerdotes pervertidos.

Se reúnen cual secta, con nombre y todo, a leer la biblia y recordar que son gays reprimidos. Piensan que eso les impedirá sentirse mejor, pero yo no los veo exigiendo en que se plantee una derogación del celibato.

Según la viñeta que observé mirando alguno de los artículos sobre estos temas: "La homosexualidad no es solo  cuestión de sexo" Estoy de acuerdo: No es sólo sexo, también es usar un marcador arcoiris para saber por cuál versículo te ibas.


Superconfesiones

Una de las confesiones anónimas que nos ilustra en la página habla de un hombre de 47 años, homosexual y religioso, que lleva una relación secreta con un amigo a la vez que sermonea a sus feligreses en la parroquia. Se siente mal, y es normal. No tiene que ser muy gracioso vivir en represión, pero claro, siempre sienta bien encontrar a gente tan desgraciada como tú. Esto puede compararse a aquellas asociaciones de enfermos en los que uno comparte sus desgracias con los demás, pero al final, acaban alejándose de la sociedad, identificándose con su propia enfermedad.

Otra confesión, de una monja. No tiene desperdicio. Pues la señora afirma que su homosexualidad no es el “mal”, ella dice que “Si Dios me ha hecho homosexual, será por algún motivo”. Pues claro, tonta, Dios te ha hecho así para controlar el crecimiento la población, que ya vamos a llegar a los siete mil millones…
Esto es completamente absurdo, es una vil treta y un engaño a sí mismo. Sólo nos sirve para comprobar lo mucho que cala la religión en la mente del ser humano. Son gente que se lame las heridas pensando que su creencia es totalmente incompatible con su “inclinación sexual”. Gente reprimida consolando a gente reprimida. Se ocultan, celebran misas homosexuales a espaldas de sus “jefazos”, leen biblias con marcadores multicolor… y encima, afirman que su religión NO es homofóbica, cuando viven marginados y ocultos, sin ser ellos mismos, por temor a que los “sancionen”. Eso es tener dos pares de huevos, o ser un iluso.

Unos defienden que Dios les ha hecho homosexuales... otros dicen que Dios los odia... En algo sí que vamos a tener razón: Dios es bipolar.


Lo que deberían hacer, es no ocultarse y asumir las consecuencias de ello, darse cuenta de que la Iglesia no es más que una institución represora, y que muchos de sus integrantes, homofóbicos por naturaleza; aflautados tontorrones que no saben nada del ser humano, y viven atrapados en la edad media. En definitiva, luchar, porque puedan casarse, amar carnalmente a otras personas, y seguir en su labor religiosa.

Por parte de los sectores más conservadores y “aneuronados” de la institución, se han escuchado cosas como: “el matrimonio gay amenaza para la humanidad”, o “el matrimonio gay es un plan macabro para exterminar la humanidad”. Lo único que me alegra del celibato que ostentan los señores que dijeron estas barbaridades, es que no puedan engendrar descendencia, pues eso sí que sería una “amenaza” para la humanidad.

Resumiendo… ¿No se supone que los curas y las monjas están casadas con Dios, y por tanto no pueden ser homosexuales y heterosexuales? ¿Y los curas heterosexuales qué? ¿No se sienten mal también, por haber deseado el afecto carnal de una chica?

Más modestia por favor, y menos represión. 

sábado, 31 de diciembre de 2011

A happy new year...



Para bien o para mal, este año acaba, y viene otro, cargado de sorpresas, de nuevas experiencias, y sin duda, de incertidumbre. Normalmente estoy acostumbrado a estudiar todas las Navidades, pero he de decir que este, de todos, se lleva la palma, porque aún quitándome una asignatura de encima no puedo abarcar todos los parciales.

Pero bueno, no quiero hablaros de exámenes en esas últimas horas que nos ofrece el 2011. Este último año ha sido interesante, y ha estado cargado de muchas aventuras, entre ellas: el verano que pasé con mi cómplice, mi entrada triunfal en cuarto de medicina, y muchas otras cosas más.

Una de las cosas que ha cambiado este año es que la facultad se ha vaciado, al menos, de gente a la que aprecio. Se han ido a estudiar por otros lares, cosa que voy a intentar yo el año que viene, por motivos muy diferentes que los cobardes de este año.

Ahora,  como siempre, redactaré aquí algunos objetivos para el año que viene, que aunque algunos no se cumplan, siempre viene bien recordarlos:

- Sacarme el dichoso carnet de conducir (¡ya aprobé el teórico!)

- Irme de Séneca (Plan de Movilidad para estudiantes en territorio Nacional).

- Aprobar todo cuarto.

- Escribir más entradas. Y no una por mes, como suelo hacer.

El tiempo se acaba, los segundos se dirigen, poco a poco, al nuevo año. Y ya sabéis, controlad el alcohol y dejad el tabaco, pero hártense de mucho colesterol.

¡Felices Fiestas y Feliz año 2012!

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Neuroresidentes y neuromédicos (1)


Volviendo a las andadas, "radio médica" no ha perdido el tiempo durante este mes. Para nada. Como en cada año, la venida de la navidad es algo que parece que se vive en un tiempo más corto de lo que uno piensa, quizá es que me esté faltando algunas horas del día sin hacer nada, dado que la facultad y el hospital son dos cosas que ocupan la mayor parte de mi preciado tiempo.

Estas semanas han tocado Neurología, y Neurocirugía. Este año, a diferencia del anterior, hago las prácticas en otro hospital que tenemos en mi isla: Hospital Dr. Negrín,

Negrín fue un superdotado de profesión, un antiguo médico, fisiólogo, y político; que, en venganza de la fanfarronería y los insultos de un legado conservacionista, juró que no revelaría el lecho de su muerte para que lo podamos enterrar en nuestras tierras. Bastante ya jodida estaba España en aquella época donde la sin razón imperó, provocando una espantosa fuga de cerebros, convirtiendo a un país, antes herido por la guerra, después analfabeto.

Pero no estoy escribiendo para hablar de historia, sino de Neurología. El servicio de Neuro-médica y Neurocirugía se encuentran ambos en la planta 2, juntos el uno del otro como buenos hermanos, el segundo un poco más alejado del pasillo. Cuando se entra en la planta hay que tener cuidado con los robots que llevan a otras plantas los medicamentos del almacén, y también asegurarse de que antes de bajar se esté en el edificio principal, un poco más allá de consultas externas.

Tras sortear los obstáculos y a los pacientes, intentando buscar al sitio donde tienen que ir, por los pasillos, nos encontramos con las dos secretarías. Un simple intercambio con un "hola, buenos días" es suficiente como para que te invite a pasar a una sesión clínica mañanera que te deja descansar por lo menos una hora mientras escuchas tranquilamente los residentes y a los médicos  hablar sobre sus pacientes.

Como en cada servicio que hay en el hospital, los residentes, de nuevo, son el alma y el futuro −literalmente− y, aunque a veces se equivoquen, a mis ojos trabajan mejor que, incluso, los médicos. Tratan mejor a los pacientes, trabajan mejor, y siempre ponen ilusión en todo su trabajo. Contagian a todo el personal con esa jovialidad, y lo que más importante, ayudan a los estudiantes porque los comprenden.

Por eso, me gustaría que ninguno cambiase, pues con esa actitud, el hospital cambiaría mucho, y la sanidad con él. Sería una sanidad diferente, más entregada al paciente, más humana, y no por ello, menos científica.
El primer día de las prácticas de Neurología conocimos al jefe del servicio, un hombre entregado a su trabajo que nos corregía las historias clínicas y nos enseñó a hacer una exploración neurológica. Nos mandó pronto a hospitalización, donde nos esperaba uno de los mayores personajes del hospital.

El Dr. Mariposa es un hombre que sirve el servicio de Neurología, nada más vernos, nos mira fijamente, siempre expectante, luego saca su "Ipod" como quien no quiere la cosa, navegando sin razón, como si buscase las respuestas de porqué hay alumnos bajo su tutela. Su voz clara y calmada sueña como si estuviera disfrutando de un día de sol en la playa o de una boda gay. Nos llevó dentro del control de hospitalización, en un despacho, para acribillarnos a preguntas.

Gracias a dios que a pesar del examen de Estomatología, yo ya me había mirado la exploración neurológica en unos apuntes que había creado el "R9".

El "R9" es un apodo creado por sus más allegados, los residentes. El hombre, todavía se ve joven, y todavía conserva algo de ilusión y raciocinio. El pobre nos acompañó en una de nuestras andanzas por planta, sólo para escuchar un temible comentario y una terrible verdad. pues es bien sabido que la Medicina es una ciencia probabilística e inexacta, bien por la complejidad en la que se ve sumergida el cuerpo humano.
El pobre no aguantó el comentario, y con humor, los residentes aseguraron que en el futuro, cuando rotara, me haría la vida imposible.

Así soy yo, haciendo amigos clínicos desde mi etapa de estudiante.

Volviendo con la odisea de los primeros días, Mariposa nos preguntó muchas cosas. Aseguró que una vez, una estudiante que tuvo la desgracia de estar con él, le contó que un paciente con ptosis tenía una lesión del nervio oculomotor.

Mirándonos con sus ojillos interrogadores, el hombre no se pudo creer que le dijera que el núcleo del nervio estaba en el cerebro, convirtiendo una agradable conversación en una prueba infernal para saber si éramos merecedores de una vuelta por la planta con él, pero tuvo que dejarnos por pena.

De todos modos, no hay que dejarse llevar por su comportamiento sumiso, sus andares lentos y su hipofonesis. El hombre es impaciente, y no sabe enseñar y explicar en más de una hora. Dice cosas incomprensibles, que mi pobre cerebro saturado no puede asimilar bien, y es desesperado, y no deja que un alumno, con calma, le explique lo que tiene que hacer el paciente para la prueba de coordinación dinámica: talón-rodilla. Pues no, porque él mismo coge la pierna izquierda del paciente y se la hace pasar por la rodilla y la tibia, acabando pronto y raudo el trabajo, y dejándonos con pocos recursos para hacer la historia neurológica: "ajo y agua", nos cuenta impávido y aparentemente impotente, para luego desaparecer del mapa.

Sin embargo, aunque haya gente que te haga sentir mal, estas prácticas no las recordaré como malas. Eso tengo que agradecérselo a dos residentes y un joven médico que me hicieron de la mañana un poco más amena. Antes de pasar planta, nos puso a prueba, pero de una forma un poco menos asesina que el hombre mariposa del primer día. Nos explicó la diferencia entre la parálisis central y periférica, y mientras lo hacía, aparecieron en el despacho los dos residentes que lo acompañaban aquel día. Una de ellas, internista, llevaba el pelo largo y unas gafas enormes que contrastaban con sus ojos pequeños, la segunda se trataba de una residente de UMI (unidad de medicina intensiva) que guardaba su buen gusto del vestir debajo del pijama verde claro que dejaba constancia de su condición de intensivista. Entraba siempre con un vaso rosita y blanco con la imagen de "Minnie" bebiendo con avidez el café, y resultó una agradable compañera. Eso sí, aún no le perdono esta conversación:

- ¿Y cómo te fue Ginecología...?

- Ginecología...

Resopla la chiquilla, como si la asignatura haya sido una tortura digna de asustar a los chinos.

- Fue de lo peor, al menos para mí. Pero a lo mejor a tí te va mejor, como tienes pinta de "lumbreras".

- ¿Cómo?

Pregunto, extrañado.

- Emm... sí como tienes pinta de "listillo" y tal...

Osó compararme con otro de los famosos "personajillos", esta vez de mi facultad. Y que conste de que no soy ningún "lumbreras", entré el último en medicina...