miércoles, 30 de noviembre de 2011

Neuroresidentes y neuromédicos (1)


Volviendo a las andadas, "radio médica" no ha perdido el tiempo durante este mes. Para nada. Como en cada año, la venida de la navidad es algo que parece que se vive en un tiempo más corto de lo que uno piensa, quizá es que me esté faltando algunas horas del día sin hacer nada, dado que la facultad y el hospital son dos cosas que ocupan la mayor parte de mi preciado tiempo.

Estas semanas han tocado Neurología, y Neurocirugía. Este año, a diferencia del anterior, hago las prácticas en otro hospital que tenemos en mi isla: Hospital Dr. Negrín,

Negrín fue un superdotado de profesión, un antiguo médico, fisiólogo, y político; que, en venganza de la fanfarronería y los insultos de un legado conservacionista, juró que no revelaría el lecho de su muerte para que lo podamos enterrar en nuestras tierras. Bastante ya jodida estaba España en aquella época donde la sin razón imperó, provocando una espantosa fuga de cerebros, convirtiendo a un país, antes herido por la guerra, después analfabeto.

Pero no estoy escribiendo para hablar de historia, sino de Neurología. El servicio de Neuro-médica y Neurocirugía se encuentran ambos en la planta 2, juntos el uno del otro como buenos hermanos, el segundo un poco más alejado del pasillo. Cuando se entra en la planta hay que tener cuidado con los robots que llevan a otras plantas los medicamentos del almacén, y también asegurarse de que antes de bajar se esté en el edificio principal, un poco más allá de consultas externas.

Tras sortear los obstáculos y a los pacientes, intentando buscar al sitio donde tienen que ir, por los pasillos, nos encontramos con las dos secretarías. Un simple intercambio con un "hola, buenos días" es suficiente como para que te invite a pasar a una sesión clínica mañanera que te deja descansar por lo menos una hora mientras escuchas tranquilamente los residentes y a los médicos  hablar sobre sus pacientes.

Como en cada servicio que hay en el hospital, los residentes, de nuevo, son el alma y el futuro −literalmente− y, aunque a veces se equivoquen, a mis ojos trabajan mejor que, incluso, los médicos. Tratan mejor a los pacientes, trabajan mejor, y siempre ponen ilusión en todo su trabajo. Contagian a todo el personal con esa jovialidad, y lo que más importante, ayudan a los estudiantes porque los comprenden.

Por eso, me gustaría que ninguno cambiase, pues con esa actitud, el hospital cambiaría mucho, y la sanidad con él. Sería una sanidad diferente, más entregada al paciente, más humana, y no por ello, menos científica.
El primer día de las prácticas de Neurología conocimos al jefe del servicio, un hombre entregado a su trabajo que nos corregía las historias clínicas y nos enseñó a hacer una exploración neurológica. Nos mandó pronto a hospitalización, donde nos esperaba uno de los mayores personajes del hospital.

El Dr. Mariposa es un hombre que sirve el servicio de Neurología, nada más vernos, nos mira fijamente, siempre expectante, luego saca su "Ipod" como quien no quiere la cosa, navegando sin razón, como si buscase las respuestas de porqué hay alumnos bajo su tutela. Su voz clara y calmada sueña como si estuviera disfrutando de un día de sol en la playa o de una boda gay. Nos llevó dentro del control de hospitalización, en un despacho, para acribillarnos a preguntas.

Gracias a dios que a pesar del examen de Estomatología, yo ya me había mirado la exploración neurológica en unos apuntes que había creado el "R9".

El "R9" es un apodo creado por sus más allegados, los residentes. El hombre, todavía se ve joven, y todavía conserva algo de ilusión y raciocinio. El pobre nos acompañó en una de nuestras andanzas por planta, sólo para escuchar un temible comentario y una terrible verdad. pues es bien sabido que la Medicina es una ciencia probabilística e inexacta, bien por la complejidad en la que se ve sumergida el cuerpo humano.
El pobre no aguantó el comentario, y con humor, los residentes aseguraron que en el futuro, cuando rotara, me haría la vida imposible.

Así soy yo, haciendo amigos clínicos desde mi etapa de estudiante.

Volviendo con la odisea de los primeros días, Mariposa nos preguntó muchas cosas. Aseguró que una vez, una estudiante que tuvo la desgracia de estar con él, le contó que un paciente con ptosis tenía una lesión del nervio oculomotor.

Mirándonos con sus ojillos interrogadores, el hombre no se pudo creer que le dijera que el núcleo del nervio estaba en el cerebro, convirtiendo una agradable conversación en una prueba infernal para saber si éramos merecedores de una vuelta por la planta con él, pero tuvo que dejarnos por pena.

De todos modos, no hay que dejarse llevar por su comportamiento sumiso, sus andares lentos y su hipofonesis. El hombre es impaciente, y no sabe enseñar y explicar en más de una hora. Dice cosas incomprensibles, que mi pobre cerebro saturado no puede asimilar bien, y es desesperado, y no deja que un alumno, con calma, le explique lo que tiene que hacer el paciente para la prueba de coordinación dinámica: talón-rodilla. Pues no, porque él mismo coge la pierna izquierda del paciente y se la hace pasar por la rodilla y la tibia, acabando pronto y raudo el trabajo, y dejándonos con pocos recursos para hacer la historia neurológica: "ajo y agua", nos cuenta impávido y aparentemente impotente, para luego desaparecer del mapa.

Sin embargo, aunque haya gente que te haga sentir mal, estas prácticas no las recordaré como malas. Eso tengo que agradecérselo a dos residentes y un joven médico que me hicieron de la mañana un poco más amena. Antes de pasar planta, nos puso a prueba, pero de una forma un poco menos asesina que el hombre mariposa del primer día. Nos explicó la diferencia entre la parálisis central y periférica, y mientras lo hacía, aparecieron en el despacho los dos residentes que lo acompañaban aquel día. Una de ellas, internista, llevaba el pelo largo y unas gafas enormes que contrastaban con sus ojos pequeños, la segunda se trataba de una residente de UMI (unidad de medicina intensiva) que guardaba su buen gusto del vestir debajo del pijama verde claro que dejaba constancia de su condición de intensivista. Entraba siempre con un vaso rosita y blanco con la imagen de "Minnie" bebiendo con avidez el café, y resultó una agradable compañera. Eso sí, aún no le perdono esta conversación:

- ¿Y cómo te fue Ginecología...?

- Ginecología...

Resopla la chiquilla, como si la asignatura haya sido una tortura digna de asustar a los chinos.

- Fue de lo peor, al menos para mí. Pero a lo mejor a tí te va mejor, como tienes pinta de "lumbreras".

- ¿Cómo?

Pregunto, extrañado.

- Emm... sí como tienes pinta de "listillo" y tal...

Osó compararme con otro de los famosos "personajillos", esta vez de mi facultad. Y que conste de que no soy ningún "lumbreras", entré el último en medicina...

4 comentarios:

  1. Aunque entraras el último de nuestra promoción, también cargas con el sanbenito de formar parte de la GENERACIÓN DEL 9 con la que los profesores y médicos nos darán por saco el resto de nuestras vidas xD, así que no te sientas menos, que como dicen por aquí encima, eres un empollón ^^.

    Por otro lado, espero que disfrutaras de neurocirgía. Yo estoy muy enfadado porque en Granada no tengo prácticas, y eran de las más esperadas por mí :(.

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  2. Por cierto, me mola mucho la imagen de entrada del blog.

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  3. Gracias Diego, la verdad es que las prácticas no estuvieron nada mal, sobretodo por los residentes, como ya he dicho, gracias a ellos me dan ganas de acabar ya con esta carrera...

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