lunes, 14 de abril de 2014

Pruebas Diagnósticas: Descifrando el electrocardiograma (2)



Esta entrada pretende continuar aquella que empecé hace años (aquí), sobre cómo debe interpretarse correctamente un ECG, o un electrocardiograma. Como ya he explicado, el ECG es una prueba muy útil para los médicos, y sin importar en qué especialidad se esté, es importante poder reconocer sus más importantes secretos. ¡Hay que ver lo bien que siente sacar información de un conjunto de rayas sobre un papel cuadriculado!

Y además, no hay que perderse algo tan crucial como la ubicación de los infartos o hipertrofias por medio de alteraciones en el músculo cardiaco que se traducen en la conducción eléctrica.

En la anterior entrada nos quedamos describiendo lo que es un ECG y la manera de obtenerlo, las derivaciones, y por último, de forma muy resumida, los pasos que hay que seguir para analizar un ECG. La regla nemotécnica FREHI. F para frecuencia, R para el ritmo, E para el eje, I para los infartos.  

Normalmente, para no andar perdidos, se sigue el orden que he expuesto, así que, si tenemos que empezar por algún sitio sería la...

Frecuencia

La frecuencia de los latidos (no olvidemos que se miden por ciclos/minuto) viene marcada por los impulsos del marcapasos del corazón, que es el nódulo sinusal, el que activa la despolarización de las fibras que rodean las aurículas para comenzar su contracción.

Sin embargo, en otras circunstancias (siempre patológicas) pueden surgir marcapasos en otras áreas del corazón, actuando como el nódulo sinusal. De este modo, se llamarían marcapasos ”ectópicos” que surgen en caso de que el SA falle de algún modo. Un ejemplo de esto sería el marcapasos ectópico más cercano a la aurícula, que dispara normalmente a una frecuencia de 75 lat/minuto, aunque, en situación de urgencia, puede surgir a frecuencias mayores, entre 150 y 200.

Otro posible marcapasos puede surgir del otro nodo, el auriculoventricular (AV), en caso de que no le llegue el estímulo del SA, disparando a 60 por minuto. Sin embargo, puede iniciarse también a frecuencias mayores. Y por último, más abajo, en los ventrículos, puede surgir marcapasos entre 30-40 por minuto en caso de faltarle el estímulo de AV. Es llamado entre los médicos como “ritmo idioventricular”.

Pero volvamos a nuestro nodo sinusal. La frecuencia normal a la que dispara está entre 60 y 100. En caso de que dispare a más de 100 por minuto, estamos ante una taquicardia sinusal, asimismo, en caso de que dispare a menos de 60, hablaremos de una bradicardia sinusal.


Taquicardia sinusal

Bradicardia sinusal
Sin embargo… ¿Cómo medimos la frecuencia sólo mirando las líneas del ECG? Sorprendentemente, no vamos a necesitar una calculadora, ni una regla. Además, en medio de una urgencia, poco tiempo vamos a tener para andar trajinando con estas: hay una manera muy fácil de calcularla, simplemente con observación y recordando unos sucesión de números:

  • Los ECG estan trazados sobre papel cuadriculado, con líneas finas y gruesas. Lo primero que debemos hacer es buscar una onda R (la más grande del complejo QRS) que más o menos coincida con una línea gruesa vertical.
  • A partir de ahí, vamos contando las siguientes líneas gruesas hasta llegar a la siguiente onda R, hacia la derecha del papel. Las 3 primeras líneas tienen asignado los valores de 300, 150 y 100, y las tres que siguen, 75, 60, 50. El truco está en memorizar esos dos grupos de números.
  • El lugar que ocupa la siguiente onda R nos da la frecuencia, pero de forma aproximada. Si por ejemplo, está entre la cuarta y la quinta línea vertical, tendremos una frecuencia aproximada entre 75-60, un ritmo sinusal normal.


La frecuencia en este caso sería de 100.
Como ya notaréis, esta táctica solo sirve con frecuencias mayores de 50. ¿Cómo hacemos entonces para calcular bradicardias menores? Esta vez usaremos unas marcas que aparecen en la parte superior del papel del ECG, son las “marcas de tres segundos” para indicar que entre ese punto y el otro han pasado 3 segundos de la línea trazada por la maquinita del ECG.

  • Cogemos dos intervalos de 3 segundos, que obviamente, serán intervalos de 6.
  • Contamos los ciclos que hay en ese intervalo (un ciclo va de una onda R a la siguiente).
  • La frecuencia será el número de ciclos x 10. O más simple, ponerle un 0 a la derecha al número de ciclos.




Como veis, es bastante fácil: tan simple como el cerebro de un creacionista. Sin embargo, automatizar el método para realizarlo rápido y eficiente contiene mucha práctica por delante. Hasta aquí la entrada. La próxima promete más larga, y hablaré de cómo analizar el ritmo en el ECG, así como de sus alteraciones más importantes. ¡Sed felices!

Bibliografía

Dubin. Electrocardiografía Práctica. 3º ed. México D.F.: McGraw Hill interamericana.

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