Finalmente, ya rozamos el final de nuestras crónicas. Ya pasaron dos semanas y la tercera ya está por acabar. Ha pasado ya mucho tiempo desde la primera vez que conocí a la anfitriona de Ashford, a su hijo, sus hermanas y los dos colombianos que llegaron el domingo de la anterior semana. No obstante, tenía la sensación de que llevaba allí solo unos días.
Gemma, la que había sido mi profesora durante las dos primeras semanas –y de quien no me pude despedir al final– había cambiado por un profesor más soso y aburrido, Mark. De todos modos me arrepentí de haber pensado lo aburrido que era, después de explicarle el argumento del Resident Evil a una de nuestras desinformadas compañeras, ganó bastantes puntos.
En esta semana hicimos pocas cosas, si lo comparamos con nuestra actividad en las dos primeras semanas. Tuvimos la oportunidad de ir a ver el segundo y último musical en nuestra alegre y vivaracha estancia en Eastbourne. De hecho, el teatro se encontraba en la ciudad, no muy lejos de mi casa, y bastante de “Old Town”, donde vivía la Prusiana –siempre se daba el mismo caso–. Total, que tuvimos una buena ración de “Gotta Sing Gotta Dance” en los que disfrutamos de cómo unos pocos actores se esforzaban en darnos un popurrí, resumiendo lo que fueron los musicales hasta nuestros días en solo dos actos de una hora cada una. No fue tan espectacular como “Wicked”, pero nos sirvió para que nos dejara un sentimiento de pena, al no haber podido asistir a los últimos musicales que expusieron. El mal sabor de boca con el que nos dejó fue completamente espectacular…
Una noche de la semana estuvo hecha solamente para que los habitantes de tan tranquila ciudad parte de la noche esperando a ver los espectaculares fuegos artificiales que se lanzaron desde el malecón de Eastbourne (al que llamábamos “Pier”). Yo fui con mi familia, el domingo de la segunda semana, justo el mismo día en el que los dos colombianos llegaron a la residencia, dispuestos a acompañarme por la última semana.
Poco pasó durante esta semana, más que intentamos, por todos los medios, de disfrutar de todo cuanto teníamos al alcance: El “Starbucks”, una pastelería que había bastante cerca, el “Sunflowers Café” (un sitio donde te preparaban platos, donde su simpleza contradecía con su calidad), la leche, hablar el idioma anglosajón, al que definitivamente, después de esta pequeña aventura, le he cogido un cariño enorme.
Especial mención fue mi pobre despedida con mis amigos de la escuela. Ya había salido con ellos durante bastantes noches, en una apresurada búsqueda por un Pub que deje entrar a menores a tomarse una simple “Coca-cola”, pero las leyes con respecto a eso son mucho más rigurosas allí. Una vez se recorrieron cerca de 4 pubs en una sola noche, y los acabaron echando de todos, para luego acabar en la playa, simplemente charlando o jugando a juegos, que bajo mi punto de vista, resultaban bastante infantiles y aburridos. Les agradezco el último día, que me invitaron a cenar con ellos a un restaurante italiano (con nombre bastante Brasileiro:” Mo Mambo”) donde pude probar por primera vez la “Calzoni”, una especie de pizza que se dobla y se encierra así misma, como si se tratara de una especie de “burrito”.
Finalmente nos fuimos de nuevo a la playa, donde la brisa marina y el alumbrado del malecón invitaban a descansar bajo las cómodas piedras (en caso de que esas sean lo suficientemente pequeñas), eso sí, seguía siendo fresco, por lo que era recomendable ir algo abrigado. Al final, los dejé allí, en un banco de la playa jugando a un pseudojuego de cartas, que consiste básicamente en que hay un “asesino” que cada sesión va matando a los demás jugadores. Las cartas simplemente sirven para saber quiénes es el asesino (el que saque un As) y en cada ronda se elige por unanimidad quien puede serlo, y este tiene que mostrar su carta para saber si los demás han matado a un inocente o han cogido al verdadero perpetrador de los asesinatos. Al principio la gente suele sospechar de alguien según quienes mueren, o de quienes se callen la boca y luego a mitad del juego se pongan a opinar (por este motivo me acusaron a mí, que por supuesto era inocente).
Finalmente, llegó ese tan temido día en que nos teníamos que ir, tras un buen chapuzón que nos dimos el sábado en una piscina cubierta el sábado. Llegó el día en el que teníamos que recorrernos parte del sur de Inglaterra para llegar a Bournemouth (no estaba precisamente a la vuelta de la esquina) y tomar el avión que finalmente nos llevaría de vuelta a nuestra isla. Como es de esperar, Inglaterra se despidió llorando de nosotros, y en efecto, no dejó de llover hasta que comenzamos nuestro viaje, y las últimas gotas de lluvia de disiparan completamente con la velocidad que tomó el avión al despegar.
De este viaje, me quedaron muchos recuerdos, y por ello, tengo que agradecerle a mucha gente lo que ha hecho por mí durante el viaje. A mi anfitriona y a su familia, a mucha gente que conocí en la escuela, pero por supuesto, de quién no me tengo que olvidar es de la pequeña patriota que me acompañó durante mi viaje y que lo organizó absolutamente todo (a ver si deja de una vez de arrastrármelo por la cara, antes de que yo le arrastre que no fue de marcha conmigo ninguna noche). Mi compañera de viaje, orgullosa alemana; fría como el témpano, con un carácter ardiente, un poderoso hígado y una labia con la que puede dramatizar cualquier situación. Provocando, por supuesto, que cualquier insulto parezca que le estas hiriendo sus más profundos sentimientos.
Es una chica que sin duda, muy pocos la tendrían como amiga, no porque sea antipática o padezca de fobia social, sino por ser tan especial que es difícil comprenderla. Por ello, y también porque estas primeras semanas de agosto me han servido para conocerla mejor, le dedico esta última entrada con la que doy el cierre a tales inolvidables vacaciones.
Y ahora que se acerca tercero…
Un buen post como colofón a tu viaje. Seguramente la prusiana se alegre cuando lo lea, aunque no lo parezca a simple vista xD. Por cierto, el juego ese que dices de cartas nos salvó de más de un momento de aburrimiento a nosotros en el Camino de Santiago, así que ya sabes, no olvides tener una baraja de cartas cerca cuando no sabes qué hacer
ResponderEliminarEn serio jugaron a esa cosa? xD Y yo que pensaba que era un juego peninsular... Me acuerdo que como yo no quise jugar me ofrecieron que fuera algo así como el "narrador" y tenía que decir en todas las rondas: el pueblo se duermeeeeeeeeeeee, el asesino se despiertaaaaaaaaa, y ahora mata a alguieeeeeeeeeeeeeeen...
ResponderEliminarDisgusting...