miércoles, 6 de octubre de 2010

Vida Estudiantil: Un asadero convalidable por 2 días de agujetas...

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Cuando llevé las tortillas en dirección a la Garita, y caminaba con la palangana hacia la entrada a la abandonada playa lo dije muy claramente: “Esta noche será muy larga” Por supuesto, le di un poco de énfasis al “muy”. Y aún así, se quedó bastante corto.

Bueno, aquel día (un inolvidable 1 de octubre) estábamos todos más que preparados para organizar nuestro asadero, y empezábamos ya a descargar nuestras cosas justo en la entrada de la playa de palos. La playa es de arena negra, piedras y mierda por todos lados. Podría considerarse la playa más sucia que hay en la isla, pero si no estoy seguro, es porque no he estado en todas las playas de Gran Canaria. Tienes que bajar por un risco en medio de un pequeño acantilado que baja hacia la costa, al parecer es el único acceso, aparte de unas escaleras hediondas y “grafiteadas” que llevan a una especie de chalet con piscina, que ahora mismo estoy dudando si se encontraba llena o no. Lo segundo es lo más probable.

La marea movía la suciedad de la playa, de modo que se produce una especie de línea ondulada por toda la costa formada por porquería sedimentada. Justo al bajar el risco, te encuentras con una docena de bolsas de basura al lado de 4 pequeños contenedores de basura que no resultan suficientes. Seguramente, si no estuviera tan sucia sería un sitio, aunque muy lejos, agradable para estar.

Llevamos todas las cosas para abajo, con bastante dificultad la verdad. No recordaba algún punto en mi vida en el que hubiera levantado tanto peso, al menos cuando portaba aquellas cajas de 6 botellas de colonia. ( que es como llamo yo al alcohol de mala calidad). Llevamos burras, tablas, cerveza y bolsas llenas de comida. Nuestro menú consistía básicamente en tortilla, pan, pechuga, lomo y queque. La gente lo aprovechó bastante, esto lo contaré un poco más tarde…

Pusimos las mesas, y colocamos toda la comida detrás, ayudándonos con unas cintas para que no pasara nadie. El padre de uno de mis compañeros fue de gran ayuda para poner un cable de luces de colores por encima, y en resumen, poner en funcionamiento la iluminación de la fiesta. Durante la colocación esta cayó, se rompieron dos o tres bombillas, y provocó en una de mis compañeras un grito estridente que empezó a animarnos a todos. Esto prometía…

La energía la obteníamos de una máquina que funcionaba con gasolina, y la conectamos con las luces y los focos, por supuesto, la “apagamos” más de una vez para darles un buen espectáculo a nuestros clientes.
Las preparaciones iban marchando, y luchábamos contra el tiempo. Íbamos en contrarreloj y nos faltaba muy poco tiempo, había que ser ágil, trabajar en equipo. Faltaba menos de una hora para que la playa empezara a llenarse de gente y solo fueron unos minutos en los que estuve ayudando a servir tortilla a la gente, cuando me di cuenta de la enorme marabunta de hambrientos ya se había acumulado delante de las mesas.
Estuvimos sirviendo un buen rato, más de aquel que teníamos programado. Se supone que todos nos habíamos organizado para trabajar durante una media hora, en grupos, durante todas las horas que duraba el asadero. Sin embargo cuando te dabas cuenta de que nadie iba a sustituirte, continuabas currando todo el tiempo que fuese necesario. No sé cómo no pude predecir esto…

De todos modos, la falta de organización provocó lo de siempre: otros trabajaron durante toda la noche, mientras que algunos se escaquearon. Yo pude por lo menos tener algo de descanso, antes de irme a la puerta y luego empezar a limpiar. Encontré por allí que nuestros clientes, después de todo, se lo estaban pasando bien.

Las luces fallaron bastantes veces. La máquina, cuando ya se le iba acabando el combustible, empezó a sufrir una grave descompostura. Antes de una oscuridad total, hubo un periodo de encendido y apagado que la muchedumbre disfrutó con vítores, y desde luego, estallaban de alegría cuando se arreglaba el problema. Estuvimos un tiempo sin luces, ya que tuvimos que ir a buscar gasolina. Fue bastante divertido como la gente seguía sirviendo a pesar de no ver nada, ayudándose de pequeñas linternas, e incluso usando la luz que desprendían los móviles. También era necesario hacerlo con nuestros 3 fogones, donde freíamos la carne.

Caminando risco arriba, hacia la salida, estaba bastante oscuro. Subí acompañado, hasta que un amigo me abrazase súbitamente. Era un antiguo compañero de medicina, que dejó la carrera para dedicarse a la historia, y desde entonces no paró de conocer a gente tan hiperactiva como él en esa carrera. Y es que, a los estudiantes de historia (o a la mayoría de ellos) no hay nada que les guste más que resistir varias fiestas y asaderos en tiempo record.

El historiador me los señaló, emocionado. Todos bajaban ilusionados y expectantes en conocer mucha gente. En sus caras se les veía una mueca de felicidad que a lo mejor la ganaron bebiendo en otra fiesta anterior a la nuestra. Le acompañaba también su novia, una chica pequeña y bastante mona, pero con mucha fuerza y mucho genio, iba provocando (para no variar la costumbre), le tengo bastante cariño a pesar de ser tan impredecible e impulsiva…

Uno de ellos, no me reconoció. Era un chico que conocí en mi Pub favorito (“Green Fairy”), tenía una chaqueta blanca (de coyo) y en su mano izquierda portaba una botella de Duff, la cerveza que aparece en la famosa serie de “Los Simpsons”. Estudiante de historia, ex-“coyo”, y un amante de los “frikis”. Me saludó y no le importó conocerme otra vez (según me dijo medio bebido).

Otros de los colegas del historiador se acercó mientras estábamos todos tumbados sobre la arena (no sé como rayos no cogimos una infección), tenía una camiseta azul y estaba rapado, al principio daba miedo pero luego parecía ser buen chico y disfrutaba bastante bebiendo. Según (creo yo) entender, en aquel momento me pareció que había nombrado ingeniería como la carrera que cursaba, pero luego saludaba al historiador, a su novia y a mí con un gesto que parecía tener su origen en las “neuras” de los estudiantes de historia: cerraba la mano con fuerza y la golpeaba suavemente con su compañero, mientras gritaba a todo pulmón: “La mano de Dios” (o algo parecido…).

Más tarde tocó estar en la puerta. No era un trabajo agradable, para nada. Incluso nos llegamos a preguntar sobre la razón que teníamos de estar prohibiéndole el paso a la gente sin brida a una playa pública. Una de las chicas se puso histérica y nerviosa al hablar con una compañera, debía de ser un pecado mortal para ella que le prohibiésemos entrar en la playa… Hasta ahí todo perfecto, lo que no llegaba a comprender la pájara es que sin brida no podía pedir comida y bebida en nuestros puestos, y eso era lo que intentábamos evitar, cosa que a mucha gente no le importaba, y hasta sin pagar recibía un trozo de tortilla.

Pasaron las horas, y tres policías bajaron por el risco. Los vimos caminar hacia el puesto, y probablemente su objetivo principal consistía en acabar con el horrible ruido que adornaba nuestro asadero. Dos o tres compañeros tuvieron la “genial” idea de llevar un DJ al asadero, para que este ponga la música que le diera en gana. Nosotros preguntamos si iba a ser variada, pero eso sí, debemos tener en cuenta lo que es “variado” para esta gente… y la verdad, prefería oír el mugido de miles de vacas pastando que soportar lo que salía por esos altavoces.

La policía nos dio el toque de queda para empezar a recoger, el asadero se acercaba a su fin, y todos empezábamos a estar ya bastante quemados… y no, no todos habíamos estado friendo lomo. Decidí empezar a ayudar con la recogida de basura (que supuestamente ya había empezado, pero la gente seguía allí erre que erre), y empezamos a doblarnos la columna recogiendo vasos de plástico aplastados, platos rotos, algún que otro papel, y latas de cerveza. La verdad es que me resultó un poco absurdo recoger la basura, la playa ya estaba hecha una asquerosidad, y si bien la habíamos asqueado un poco más, no se notaría la diferencia. Pero el deber es el deber.

Mientras limpiaba, mira tú qué casualidad, me encontré con dos antiguos compañeros de escuela, en concreto, de 5º de primaria. Qué tiempos aquellos… eso sí, no supe decir si ambos estaban borrachos o hasta arriba de estupefacientes ilegales. Yo creo que ambas… El caso es que me contaron cómo les iba. Yo recordé haberlos visto algún día (a lo mejor hasta en el asadero de Palos pasado), y en el momento en el que me ofrecieron un poco de “coca” tuve un “dejavú” del tamaño de una cardiomegalia severa. A lo mejor hasta me ofrecieron en otra ocasión de esa mierda… En realidad, me dieron un poco de pena… ¿es que no tienen algo mejor que darme después de tanto tiempo?

Otro de los “compañeritos” de la infancia me lo encontré justo cuando bajaba por última vez a la playa. Era pelirrojo, pecoso, y bastante feo. Creo que pude reconocerlo por lo último.

Lo logramos recoger todo cerca de las 5 de la mañana. Habíamos estado trabajando desde las 3, por lo menos, en llevar bolsas de basura para arriba. Cuando ya estábamos todos soñolientos (o al menos, yo, que lo estaba, y mucho) nos dimos cuenta de que nos habían robado uno de los altavoces. El delito se había perpetrado sin que ninguno de nosotros lo haya visto (la verdad es que resultó un tanto penoso) y de una forma que desconocemos, aunque alguno que otro se atrevió a conjeturar. Lo más probable es que lo habrían escondido en la playa hasta que acabáramos, para así subirlo con total seguridad por el risco.

Total, en aquellos momentos ya estábamos acostumbrados a que nos robasen, en efecto ya lo habían hecho cuando empezamos a recoger todas las cosas. Mención especial se merecen dos tipejos… uno, estaba luchando contra dos de mis compañeras, una de ellas estaba bastante enfadada ya que no se hacía la idea de que nos estaban birlando bebidas delante de nuestras narices, intentamos que se calmase. El sujeto en cuestión parecía decidido de ser totalmente inocente, pero lo cogimos dentro de nuestra área, encerrada por las mesas y la cinta rojiblanca que pusimos. Sin dudarlo se plantó delante de las dos, rígido como un poste de madera (con el que comparte el mismo CI) esperando a que mis compañeras le bajaran los pantalones o algo. El caso es que conseguimos echarlo.

El otro lo eché yo. Parecía una condenada marioneta. Lo cogí hurgando entre las cajas donde guardábamos los “chupachups” de esos con forma de corazón que vendíamos junto a condones, a un euro. Se fue sin dirigirme una palabra, y sin decirme “¡huy, me has pillado!”, a lo mejor hasta estaba hipnotizado por los de cuarto para jodernos más el asadero. Sospecho que uno de los culpables puede ser quien le restó puntos al asadero por el famoso “numerito” del fallo de la instalación luminosa.

Y así acabó el asadero. No faltó alguna que otra guinda, como aquel problema de espacio en los coches para llevarse todo lo que había sobrado. Una de nuestras más acaudaladas compañeras rompió a llorar explotando de estrés por el problema de las plazas. Total, ya todo nos importaba un comino, lo que queríamos era dormir. No importaba quien había trabajado o no, todos lo sabíamos (¿porqué siempre son los mismos…?), incluso el reparto del dinero que supuestamente habíamos ganado ya nos daba un poco igual, lo decidimos dejar para otro día.

Por último, y haciendo un poco de referencia al título, cargar tantas cajas y bolsas de basura me produjo unas secuelas de dolor muscular en el brazo para todo el fin de semana. Aunque, la verdad es que es muy curioso como de un día para otro el dolor acaba desapareciendo del todo...

Esta sección de Vida Estudiantil está dedicada a una de las que aportaron sus mayores esfuerzos en la organización del asadero, que cada día por la mañana me deleita con su melodía mecanográfica en su diminuto portátil blanco. Se lo merece…

¡Hasta la próxima entrada!

3 comentarios:

  1. ¡Muchísimas gracias! ^^ Lo agradezco mucho :)

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  2. Jajajaja, genial entrada. Lo que no me termino de creer es lo del polvo blanco, que no es azúcar glas, que te ofrecieron. Entre eso y lo del robo del altavoz, a veces empiezo a perder la fe en la especie humana...pero bueno, no todos somos así, y eso me lo has demostrado con el final de la entrada :P.

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  3. Me gusta, me gusta! Una buena narración. La verdad es que os lo currasteis, sólo os falto un poco de suerte. Como cliente he de proclamar mi más plena satisfación por el asadero, sobre todo por la compañía de los amigos. También ayudó el hecho de tener enchufe en la barra jeje.
    Pues eso que redactas de maravilla xiquillo jeje. Nos vemos! Lara.

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